Se esmeró como nunca para preparar la cena en su apartamento, cena para dos. Daniel había pasado la mañana del sábado limpiando y ordenando porque tenía todo patas arriba y quería causarle una buena impresión. Su trabajo le había costado, pero había conseguido robarle la novia a su colega Ricardo, y se sentía como nunca ahora que la veía enamorada. Aquella cena sería el principio de una vida nueva, estaba convencido, así que puso la música bien alta para que nada le entretuviese mientras terminaba de dar los últimos toques a la vieira, al besugo al horno, al pastel de manzana (recetas de la abuela) y mientras preparaba la mesa (mantelería bordada de Camariñas, cerámica de Sargadelos, cristalería de Bohemia, cubertería Cruz de Malta: lo mejorcito que guardaba de su madre para una ocasión especial). Un Alvariño seguro que iría bien, a pesar de que sabía que Anna apenas lo probaría; él le enseñaría cosas buenas... Se vistió con su traje nuevo, encendió las velas un par de minutos antes de las nueve, cambió el cd por uno más romántico, bajó el volumen y comenzó la espera. Ella siempre tan puntual, no tardará, se dijo.
El que espera, desespera, le vino a la cabeza cuando pasadas las diez ella no había llegado. Es posible que se haya perdido, no conoce bien el barrio y seguramente le he dado mal la dirección... La llamó, pero ella no respondía. Apagó las velas y encendió la televisión. Dieron las once, dieron las doce... ¡Maldita sea! ¿qué habrá pasado? No quería, pero la llamó al móvil: apagado o fuera de cobertura. A las doce y media había terminado el vino y la media botella de whisky que le quedaba. Se asomó a la ventana. Todo parecía tranquilo. Estaba lloviendo; aún así podía ver por los cristales mojados las luces del bar todavía encendidas. Nada más había que se moviera en la calle. ¡No es más que una zorra! Seguro que ha vuelto con Ricardo y están ahora los dos riéndose de mí.
Agarró con fuerza el mantel y tiró todo al suelo. Apagó la televisión, las luces, y bajó al bar. Cuando cruzaba la calle resbaló y cayó de rodillas sobre unos trozos de cristal. ¡Maldita sea mi suerte! Se había roto el pantalón y sangraba un poco, pero no le dio importancia y siguió adelante. La puerta estaba cerrada; a través de las viejas cortinas podía observar que había gente en algunas mesas: ¡Abre, Manuel!, chilló. Segundos después, oyó el pasador y la llave.
- ¿Qué haces tú aquí?, sabes que a esta hora cierro.
- Déjate de monsergas y ponme un cubata.
- Déjate de monsergas y ponme un cubata.
Manuel se dirigió al mostrador y le sirvió.
- Ponme otro... - no tardó en decir.
- ¿No crees que por hoy ya está bien? Será mejor que vuelvas a casa, que con uno basta y hoy ya está el cupo lleno.
- ¡Ponme otro, he dicho! - no quería escuchar, no le interesaba escuchar, sólo quería compadecerse de sí mismo – Yo me tomo los cubatas que quiero y tú no eres quién para contarlos. Además, ¿qué sabrás tú lo que es mucho o lo que es poco? ¡Malditos! Pero no les voy a dejar que se rían de mí; haré como si nada hubiera pasado, ¡y esa zorra...!
- Pero bueno ¿de qué hablas? No contaba tus cubatas, sino los que habeis bebido demasiado hoy aquí.¿Es que no te has enterado? Tremendo barullo delante de tu casa y tú no te has enterado de nada... Por cierto, deberías mirarte esa herida en la pierna, estás sangrando...
Llevó la mano a su rodilla y se dio cuenta de que Manuel no hablaba por hablar. ¿Qué dices?, le preguntó. En ese momento reconoció a los que estaban sentados en la mesa, también eran colegas del trabajo.
- Pregúntale a tus compañeros, ellos les conocían; llevan ahí toda la tarde...
Se acercó tambaleando a la mesa con el vaso en la mano, los demás le miraron y dejaron de hablar cuando lo reconocieron. ¿Qué pasa? , preguntó, ¿es que habeis visto un fantasma o se os ha comido la lengua el gato? ¿Por qué os habeis callado al verme?
-¿No te has enterado? - le preguntaron.
- ¿De qué? - les gritó entre la rabia y el alcohol - ¡Maldita sea! ¿Quereis ser claros de una vez? ¿De qué me tenía que enterar? ¿De que el mamón de Ricardo y la zorra de Anna me la han jugado? ¿De eso? ¡Sois todos una pandilla de cabr...!
- ¡Tranquilo! ¡Tranquilo! - Manuel llegó desde la barra justo a tiempo de evitar que el vaso del cubata terminase en la cabeza de alguno de los que estaban en el bar – A ver, Daniel, siéntate, yo te lo explico...
Las palabras de Manuel comenzaron a entrarle como una daga y se le clavaron hondo. Volvió a mirar su mano ensangrentada y recordó los cristales en la calle. Ahora comprendía: eran trozos del parabrisas de un coche. Su amigo Ricardo se había pasado el día en el bar, bebiendo, sentado en una esquina de la barra, sin quitar ojo de las sucias ventanas, farfullando palabras sin sentido. Pasadas las ocho y media la vio bajar del autobús. Anna sonreía. Llevaba el vestido malva, aquel que los hacía a todos mirarla y adorarla como si fuera una diosa. Su cabello suelto, sus profundos ojos violeta, las largas y estilizadas piernas, aquellos tacones de vértigo, su boca..., imposible pasar desapercibida. Pero Ricardo solamente veía a través de sus celos. Dejó un billete de cincuenta, no esperó la vuelta. Salió como loco, subió al coche y, cuando ella cruzaba para llegar a tiempo a su cita, aceleró y se la llevó por los aires. Anna cayó sobre el parabrisas, de ahí rodó hasta la calzada; Ricardo giró y pasó su coche por encima de ella. Luego, marcha atrás para volver a pisarla, lo empotró contra la farola y allí quedó, mirándola...
Nadie le había avisado porque todos creían que era imposible que Daniel no hubiera oído algo desde su apartamento, y seguramente se habría enterado de todo tan solo con asomarse a la ventana... apenas un poco antes de las nueve.
Hola amigos:
ResponderEliminarOtra semana de sustos, la salud es así; pero mientras se pueda, se está al pie del cañón. Y aquí estoy, convaleciente de nuevo, pero lo puedo contar.
Gracias por las numerosas visitas y los comentarios en "Claudia Schiffer". No podía saber cuando lo publiqué que poco después un amigo, André, estaría ingresado en el mismo hospital. Aún sigue allí y no nos olvidamos: André, sabes que te deseamos una pronta mejoría y que puedas acompañarnos en este mundillo virtual con tus poesías y tus escritos cuanto antes.
Hoy he subido "Fauna entre los cristales". Os invito a leerlo.
Saludos desde la Ciudad de Cristal.
Biquiños.
Carmen
ResponderEliminarCuando mires las estrellas
acuérdate de mi
porque en cada una de ellas
he dejado un abrazo para ti.
Pasa un feliz fin de semana
y serás protagonista
de un millón de sonrisas.
María del Carmen
Muchas gracias por el poema y por la vista, María del Carmen.
Eliminar¡Biquiños!
Dios mío, que ironía de la vida...
ResponderEliminarBuen relato Carmen, me ha gustado mucho.
He leído se encontraba mal, espero esté totalmente restablecida y siga dando ánimos a nuestro querido amigo.
Mi fraterno saludo y un lindo fin de semana.
Hola Alborada, muchas gracias. Y sí, estoy un poco mejor, como también parece estarlo nuestro amigo André. Hoy mismo he hablado con él y he dejado un comentario en su blog informando (tiene ya tantos que para poder ver los últimos es necesario pinchar abajo del todo en "cargar más")
EliminarBiquiños.
En primer lugar espero que la salud la hayas recuperado sino del todo poco a poco Carmen.
ResponderEliminarEn cuanto a tu relato de hoy me sorprende ver la naturalidad con la que lo cuentas es increible es algo que puede pasar en cualquier momento de esta vida, miles de asesinatos por celos nos invaden y éste no deja de ser uno de los fuertes.
Un beso muy fuerte y cuidate por favor!!
Estoy mejor, Lisebe, y me cuido; muchas gracias por tu preocupación.
EliminarDiariamente ocurren cosas que nos sorprenden, pero para los propios protagonistas resultan ser en esos momentos algo "natural", por muy oscuro que lo veamos los demás.
Biquiños!
¿Pero bueno es que no te va a dejar tranquila el señor corazòn?...habrà que darle una reprimenda.....con respecto al relato es muy bueno y muy duro. Los celos no tienen còdigo ètico. Me alegra que estès mejor.
ResponderEliminarun fuerte saludo
fus
Hola Paco! Esta vez fue cosa de los bronquios...; tienen que turnarse o se aburren. Ya estoy mejor. Gracias.
EliminarY es cierto: los celos no tienen código ético cuando no se dan controlado.
Biquiños.
Mi querida Carmen: Llevo todos estos días acelerada, rato que tengo me pongo a buscar a más amigos y trato de comunicarles la noticia.
ResponderEliminarNunca había entrado en tu casita para leerte y saber algo más de ti, siempre con prisas, me limitaba a ceñirme en los comentarios sobre nuestro querido amigo André.
Hoy, un poco más tranquila y al mismo tiempo satisfecha por haber hecho mi trabajo y localizar a la gente, vengo intencionadamente a leerte.
Tu relato, aunque muy triste y con final desgraciado, me ha encantado, ¡qué bien escribes amiga! me has hecho vivir con pelos y señales la escena.
Entiendo que en el amor no se puede mandar, que el sacarle la novia al amigo no es digno de una buena amistad, pero los celos.... son nuestro peor enemigo, ese arrebato, unido con el alcohol ingerido, le perseguirá mientras viva.
Antes de terminar, quiero darte las gracias por todo y deseo, de corazón, que te recuperes (incluído André) y todo vuelva a la normalidad.
Os dejo un fuerte abrazo en el corazón.
Kasioles
Otro abrazo para tí, Kasioles, y muchas gracias por tus palabras. Hoy te he comentado ya sobre lo último que he sabido de André; parece que va mejor.
Eliminar¡Biquiños!
gracias querida y admirada escritora por regalarnos la suprema belleza y sensibilidad de tus letras, muchos besinos con todo mi cariño.
ResponderEliminarP.D. Cuídate mucho mi niña y si ves a nuestro querido y admirado amigo André le das besinos de mi parte y mi deseo de su pronta mejoría. Muchas gracias por todo querida amiga.
Gracias a tí, Ozna.
Eliminar¡Biquiños!
Buen relato, Carmen, centrado en las paradojas del destino, pero sobre todo en los prejuicios y el desamor. Cargado de un espíritu conmovedor.
ResponderEliminarEspero que ya estés mejor de salud. En cualquier caso, cuídate mucho.
Un saludo,
Muchas gracias, Pedro; y sí, estoy un poco mejor.
EliminarEn cuanto al destino, quizá no nos demos cuenta de que está en nuestras manos. Muchas veces no queremos ver las cosas y es más fácil culpar a algo sobre lo que consideramos que no tenemos manera de controlarlo.
¡Biquiños!
para algunos, un asesinato por celos resuelve muchas cosas; el orgullo herido que desea ser restablecido -por ejemplo-, y el hecho de no perder el control de la posesión y el destino de la otra persona. el amor como siempre queda al margen de todo. besos.
ResponderEliminarMuchos confunden amor con posesión, Draco; quizá esa sea la clave del tema.
Eliminar¡Biquiños!
Una historia conmovedora y desgarradora... ¡Las vueltas de la vida! ¿el destino? ¿el azar? Los celos enfermizos carcomen la mente y el corazón; en este caso "literalmente", no sólo enceguecen la vida del que los profesa sino que también encegueció la vida de Anna... ¡tremendo final!
ResponderEliminarCuidate mucho, Carmen!! Te queremos...
Un beso grande, amiga!!!
Muchas gracias, Diana.
EliminarLa vida real siempre supera a la ficción, no lo dudes nunca.
¡Biquiños!
Pobre Daniel. Qué frágil su confianza.
ResponderEliminarAbrazos.
Bien cierto, C.C. Pocos se han fijado en ese detalle...
Eliminar¡Biquiños!
Potente, mi querida Carmen, uno de esos textos que parecen cortos, deberías reformularlo y extenderlo, creo que sería un excelente cuento.
ResponderEliminarY sí, las tragedias pasan debajo de nuestras narices y nosotros sin reconocer el aroma.
Espero que estés bien.
Un beso enorme.
HD
Hola Humberto. Sí estoy mejor, gracias.
EliminarEn cuanto al relato, he de reconocer que no quería extenderme mucho, pero que sí me hubiera gustado concretar muchas cosas más. Quizá lo haga, no lo descarto.
¡Biquiños!
Pobre Anna, la única dignificada entre dos idiotas.
ResponderEliminarComo te encuentras linda?
Me alegro verte por mi blog, eso me dice que estas mejor, espero que si.
Un abrazo grande!
Hola Cecy. Sí, estoy un poco mejor; bastante cansada, pero mejor. Gracias por preocuparte.
EliminarOtro abrazo enorme para tí.
¡Biquiños!
Las sorpresas que nos regala vida no siempre son agradables. Un gran historia que por desgracia, perfectamente podría ser noticia o que seguramente ya lo ha sido. Un abrazo.
ResponderEliminarCierto Sheol13, noticias así se ven prácticamente a diario, si no es en un sitio, es en otro.
EliminarGracias por tu visita.¡Biquiños!
Nadie es libre de culpa en esta cruel y triste historia. Besos.
ResponderEliminarPrecísamente por ello lo he titulado así...
Eliminar¡Biquiños!
En muchas ocasiones, juzgamos el comportamiento ajeno, según nos sentimos y no en posible y razonable suceso.
ResponderEliminarSaludos, manolo
Carmen, creo hiciste un comentario en el nuevo Spot, que estaba preparando y que estaba en VISTA PREVIA, por lo que no lo grabó.
¿Podrías repetirlo?, me gustaría tnerlo. Gracias
Hola Manolo. No sé qué pasó con el comentario, pero como sí me aparecía en la suscrición por correo electrónico he podido repetirlo.
EliminarEn cuanto al texto, uno de los títulos que barajé fue "jueces y verdugos"; no me acababa de convencer y lo cambié.
¡Biquiños!
Mala enfermedad la de los celos. Conozco los sufrimientos de aquéllos que los padecen y es tremendo.
ResponderEliminarMuy buena historia, estupenda forma de narrar.
Besos, Carmen.
Muchas gracias Towanda. Tus historias sí que son originales y están muy, pero que muy bien contadas.
EliminarY sí, los celos no son nada buenos...
¡Biquiños!
Antes que nada, que bueno que solo fue un susto y que tienes las fuerzas de compartir tus historias con nosotros.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta historia, es triste la verdad, pero sabes, eso me hace constatar lo que en alguna ocasión vi en un estudio que se hizo sobre los celos, se dice que los hombres son incapaces de tolerar los celos, y que en ocasiones se tornan violentos llegando a comenter crímenes pasionales, a veces con, a veces sin razón, en este caso, nadie tiene la culpa de enamorarse de otro, pero robarle la novia a tu amigo no fue muy leal que digamos.
Buenísima historia Carmen
Hola Alezhi. Gracias por tu preocupación.
EliminarEn cuanto a los celos, los hechos violentos que se derivan de ellos nunca tienen justificación; y sobre lo de enamorarse, precísamente tampoco el amor tiene razones para justificarse (aquello de que el corazón tiene razones que la razón no entiende es completamente cierto). No creo que se pueda "robar" el amor de nadie porque no es una pertenencia. La novia, el novio son personas y no pertenecen, por mucho que se amen o se quieran, a la otra persona.
Espero que tú estés mejor de tu enfermedad y que pronto estés totalmente recuperada.
¡Biquiños!
Conmovedora historia y muy bien contada. Salí a dar un pequeño paseo y me encantó encontrarte. Un abrazo.
ResponderEliminarBienvenida, Alma, y muchas gracias por tus palabras.
EliminarBiquiños.
Los celos son como muchas cosas, que en pequeñas dosis pueden ser hasta positivos, pero a partir de ahí pueden ser muy peligrosos.
ResponderEliminarMuy bien relatada esa historia. Encantado de pasar.
Saludos,
Joker
Hola Fernando/Joker.
EliminarLos celos, de por sí, necesitan ser controlados, como cualquier enfermedad. El mayor problema está cuando la misma sociedad quiere verlos como algo bueno, en pequeñas o grandes dosis y permite acciones que justifica con ellos.
Gracias por tus palabras; encantada de tenerte por aquí.
¡Biquiños!
¡Auch! Qué mal plan y él sin enterarse, así es la vida desgraciadamente.
ResponderEliminarBesos Carmen
Sí, Linda Flor: así es la vida, desgraciadamente.
Eliminar¡Biquiños! Y cuidate mucho, amiga!
El relato muy crudo y real, por desgracía tipica reacción de muchos hombres y lo digo tanto por el asesino como por el otro, que a la minima da por sentado cosas que no son y reacciona con violencía, mal gusto para los hombres el de esa pobre mujer.
ResponderEliminarGaleguiña un biquiño, chamome ROSA, nacín na provincia de pontevedra ven pegadiña o mar.
Ese corazón vese que he bonito pero delicado, oxala te poñas mellor pronto, e perdoa o meu galego escrito, xa sei que e horrible, teño que sacar tempo pra volver a ler e así poder escribilo mellor, pero a intención disque e a que conta e a miña e estar mais preto de tí e que lle cheguen mellor os meus
agarimos o teu corazón.
Hola Rosa, bienvenida a mi blog. Puedes, si lo prefieres, escribir en castellano; al fin y al cabo es mi lengua materna, a pesar de que mis padres hablen en gallego y de que yo lleve tantos años en estas tierras (cosas de la vida; me considero ciudadana del mundo, después de tantos sitios en los que he vivido).
EliminarEn cuanto al texto, precísamente por lo que detallas ha sido por lo que la palabra "fauna" terminó entrando en el título. Consideré mejor usar esa que "animales" (aunque, en realidad, es muy posible que se ajustase más a la historia...)
Biquiños, Rosa, en galego ou en castelán, alégrome da tua visita e o teu comentario. Estás na túa casa, xa o sabes. Unha aperta!
Otro abrazo para tí, María del Carmen, desde la Ciudad de Cristal en la costa Atlántica.
ResponderEliminar¡Biquiños!