Harta de esperar a que hablase, a que hiciera algo para salvar nuestro matrimonio..., después de mil intentos vanos por mi parte, cuando pude obtener las pruebas de su engaño (uno de tantos, supe luego), indiqué a mi abogado que comenzase los trámites del divorcio. Él no se negó, todo lo contrario. El último día que estuvo en casa se dignó a hablar, por voluntad propia. “Por aquel entonces estaba decidido a separarme, pero no tuve valor, me sentía muy cómodo..., y cuando perdiste al bebé, no te lo voy a negar, me alegré mucho...” En ese momento salí de su lado y decidí no volver a hablarle.
Ahora es más sencillo, se tarda menos tiempo. Antes había que esperar meses para todo el proceso...
Cuando llegué al juzgado para ratificar el divorcio volvimos a vernos. Se dió media vuelta y salió del edificio; minutos después entró su abogado para hablar con el mío. “Quiere cambiar el acuerdo...”; había visto mi abultado vientre y quería añadir una pensión alimenticia, una sustanciosa cuenta en el banco y otros detalles para el bebé que iba a nacer y del que hasta ese momento no tenía ni idea de su existencia. Yo no contaba con ello, ni pensaba pedirle nada, pero por supuesto que, después de todo lo pasado, tampoco me negué. Semanas después la sentencia se hizo firme y, con ello, el final de aquel espinoso asunto. Hice las maletas y me trasladé muy lejos...
Mi niña nació al poco tiempo de instalarme. Recibe postales y regalos en su cumpleaños, en las fiestas...; a cambio, él quiere que le mande algunas fotografías, no se atreve ni a llamarla, ni a venir a verla, se siente culpable. Yo no le juzgo, a pesar de que le permito llamarla “la niña de mis ojos”; quizá le diga así porque piense que le ha costado al menos “un ojo de la cara”.
Sí, cara tiene, y mucha..., siempre la ha tenido. Tarde, como siempre, ha admitido sus engaños, todos los que yo tuve que tragar y callar para seguir adelante...
Mi pequeña es hermosa... Y aquí, tan lejos de él, vive y crece feliz, con el amor de su madre y el de su padre. Cuando aprenda a leer le entregaré los regalos, sin las postales; esas, y las que ha recibido hasta ahora, se las remitiré a él todas juntas cuando ella tenga edad para acceder a su cuenta del banco; ya no le enviaré más fotos. ¿Lo sabrá tarde?, no importa; con ello he vivido yo tantos años, y como siempre tuve que callarlo.
La observo jugar con su padre en los columpios del parque; ellos me miran, me sonríen, y me piden que me una en el juego.
El pasado ya no importa: tan solo importa el presente. En el ahora, no es tarde para por fin ser felices.
Ahora es más sencillo, se tarda menos tiempo. Antes había que esperar meses para todo el proceso...
Cuando llegué al juzgado para ratificar el divorcio volvimos a vernos. Se dió media vuelta y salió del edificio; minutos después entró su abogado para hablar con el mío. “Quiere cambiar el acuerdo...”; había visto mi abultado vientre y quería añadir una pensión alimenticia, una sustanciosa cuenta en el banco y otros detalles para el bebé que iba a nacer y del que hasta ese momento no tenía ni idea de su existencia. Yo no contaba con ello, ni pensaba pedirle nada, pero por supuesto que, después de todo lo pasado, tampoco me negué. Semanas después la sentencia se hizo firme y, con ello, el final de aquel espinoso asunto. Hice las maletas y me trasladé muy lejos...
Mi niña nació al poco tiempo de instalarme. Recibe postales y regalos en su cumpleaños, en las fiestas...; a cambio, él quiere que le mande algunas fotografías, no se atreve ni a llamarla, ni a venir a verla, se siente culpable. Yo no le juzgo, a pesar de que le permito llamarla “la niña de mis ojos”; quizá le diga así porque piense que le ha costado al menos “un ojo de la cara”.
Sí, cara tiene, y mucha..., siempre la ha tenido. Tarde, como siempre, ha admitido sus engaños, todos los que yo tuve que tragar y callar para seguir adelante...
Mi pequeña es hermosa... Y aquí, tan lejos de él, vive y crece feliz, con el amor de su madre y el de su padre. Cuando aprenda a leer le entregaré los regalos, sin las postales; esas, y las que ha recibido hasta ahora, se las remitiré a él todas juntas cuando ella tenga edad para acceder a su cuenta del banco; ya no le enviaré más fotos. ¿Lo sabrá tarde?, no importa; con ello he vivido yo tantos años, y como siempre tuve que callarlo.
La observo jugar con su padre en los columpios del parque; ellos me miran, me sonríen, y me piden que me una en el juego.
El pasado ya no importa: tan solo importa el presente. En el ahora, no es tarde para por fin ser felices.
Hola queridos amigos, estimados lectores:
ResponderEliminarGracias por visitar mi blog y por las lecturas y comentarios en "Plantado". Me alegra vuestra participación y también la curiosidad de quienes pasan sin dejar mensajes...; claro que nunca es tarde para empezar a comentar ¿verdad?
Hoy os invito a leer "Tarde, como siempre".
Recibid un fuerte abrazo con cariño.
Biquiños.
Carmen.
Bueno Carmen cada cual tenemos nuestra historia , lo importante es aprender a ser feliz con ella.
ResponderEliminarY tienes tantos motivos para seguir y tanto para ser feliz.
Un beso
Estoy algo confuso.
ResponderEliminarCarmen, el relato es ficción o real.
Es una fantasía de escritora o es una parte de tu vida.
Es que no se si enviarte este comentario o cambiarlo.
Bueno, ahí va. Recibe un afectuoso saludo de manolo
Me pasa como a Manolo, espero nos saques de duda si no es ficción ¡adelante! la vida es demasiado corta y maravillosa para desperdiciarla al lado de quien no te merece y si lo es ¡enhorabuena! ponte en manos de un buen editor, un beso
ResponderEliminarCarmen, las rupturas marcadas por engaños duelen aún más, porque no se entiende que la persona te haya podido hacer eso. Si a esto le unes, descendencia de por medio, todo se complica. Pero cómo acabas, eso es pasado, y lo que importa siempre es el presente y el futuro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Puede ser una historia real porque es uno de los desgarros emocionales que vivimos constantemente en nuestras vidas.
ResponderEliminarYo, acabo de poner fin a mi matrimonio hace 3 meses....ya sé lo que pasa, ¿Qué te voy a contar?
Siempre adelante.
Un besazo.
Me pasa igual no se como comentar esta entrada, si es ficciòn es un caso como tantos que ocurren, si es realidad me alegro que el resultado es positivo para ti, tu hija es feliz y tu tb con tu nueva pareja.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
fus
La felicidad de los niños es una bendición cuando sus padres o uno de ellos o quien o quienes están a cargo de ellos la cultivan con amor y dedicación a todo momento. La felicidad y bienestar de esa pequeña es el motivo más grande de alegría de quienes la aman.
ResponderEliminarMi afectuoso saludo Carmen y que esa felicidad conseguida se multiplique para la familia del relato!!!
Carmen....esto suele pasar cada dia...conozco bastantes casos y es un tema muy peliagudo...por lo tanto he de medir mis palabras puesto que siempre hay dos versiones..y soy de los que les gusta escuchar a ambas partes......solo te dire algo....si esto es asi ...te doy un beso en el corazon.
ResponderEliminarCuidate y cuidala.
Lo importante es salir adelante y ser feliz. Bicos.
ResponderEliminarPues yo voy a mojarme, más que nada por el modo y el tono en que está escrito.
ResponderEliminarUna niña preciosa, Carmen. En ella estoy seguro que está toda la fuerza que necesitas para seguir adelante. Tienes mi amistad, y ni ánimo.
Un beso
Me ha gustado el relato y he sonreído con las dudas que inundan los comantarios sobre la posible realidad del texto.
ResponderEliminarNo nos conocemos y no tengo forma ni de suponer que tu relato pueda ser un testimonio y no ficción.
A mí me parece la historia del cazador cazado desde una perspectiva muy original. Si es así, me descubro ante tu creatividad.
Un abrazo cascarilleiro.
a veces, variantes más o variantes menos, las historias pre y post divorcio se parecen unas a otras y son los hijos los que quedan en medio de una situación difícil a los cuales hay que ayudarlos a sobrellevar. besos.
ResponderEliminar¿Es importante si es real o no? Siempre son reales estas historias, lo que varía es la víctima, pero la situación es calcada. Sin embargo, me gusta la reflexión final del personaje, el ahora es lo que cuenta.
ResponderEliminarHay un tango que dice: "¿Después? Qué importa el después, toda mi vida es un ayer..."
Un beso enorme.
HD
PS: Gracias por los aportes en HD
Nunca es tarde para ser felices, hay que seguir adelante y no lamentarse de lo que no pudo ser jeje, creo eso debo ponerlo en práctica.
ResponderEliminarUn beso Carmen
Hola Carmen, Humberto tiene razón sobre si de verdad importa si la historia es real o no, pero es innegable el hecho que somos seres demasiado curiosos y nos gusta satisfacer nuestra curiosidad jeje.
ResponderEliminarMuy buen relato, como siempre, he disfrutado leyéndote
O sea el que paga la pensión no es el padre?
ResponderEliminarPues vaya.
Besos.
ResponderEliminarHola Carmen; un abrazo por tener la deferencia de dejarme unas letras como tarjeta de visita.
Y mi opinión al respecto de la entrada es la siguiente; siendo real hay que tener las suficientes agallas para sobreponerse y encontrar de nuevo la estable felizidad y si es pura ficción esta subrayada con los matices propicios de vivencias muy cercanas...
Un placer pasearme entre estas letras que hablan de algo muy común en estos tiempos, ya que antaño se pasaba a ocupar un tercer puesto en el mayor y absuluto abandono emocional.
Un beso y una flol del color de los sentimientos.
María del Carmen
Hola a todos.
ResponderEliminarÚltimamente prefiero ir por vuestros blogs que comentar aquí uno a uno, pero según iba recibiendo y leyendo vuestros comentarios quería, por un lado, no contar nada de la historia, y, por otro, aclarar algunas cosas. Así que ahora que ya habeis comentado varios de los amigos que soleis hacerlo (y algunos más)solamente un pequeño apunte:
¿La realidad?, la historia es una mezcla de retales de otras dos, una de ellas la mía. La niña sí existe; no es mi hija, pero como si lo fuera, pues he sido una de las personas que ha estado a su lado y al lado de su madre viviendo cada uno de los buenos y malos momentos desde que se supo que ella iba a nacer. La pensión alimenticia, la cuenta bancaria, los regalos y postales..., eso sí que es ficción. Si contase la verdad de ambas historias, creedme, os sería difícil pensar que es verdad: la realidad es mucho más cruda que esta pequeña ficción basada en hechos reales de otras dos vidas...
Biquiños.
Carmen.
Carmen, no acertarías a imaginarte la mía.
ResponderEliminarÁnimo para las tres.
Un beso
SIEMPRE ARRIBA EL ANIMO.
ResponderEliminarLES DESEO LO MEJOR.
manolo
La niña...no se yo cual te llena más, si la ahijada o la melliza, jajaj
ResponderEliminarHola!!! Las dos, la verdad, cada una a su manera. No puedes negar que son muy diferentes, y ahí está la cuestión. Cada una tiene sus cosas. Es como los hijos, y eso también lo sabes porque eres madre.
Eliminar¡¡Biquiños para todos!!