-Tomá, con estas monedas vas al kiosko en el recreo y te comprás un escudo del colegio para poner en el blazer.
- Pero ¡mami, en el kiosko del colegio no venden escudos!
- Sí que los venden, ¡los tienen que vender ahí! Vos vas y le pedís uno...
- ¡Pero mami...!
Yo sabía que no vendían esas cosas en el kiosko del patio del colegio. ¡Mi mamá no lo entendía! ¡Qué vergüenza iba a pasar! Pero tenía que hacer lo que ella me decía, así que salí corriendo a ver si lo conseguía. Yo era la más chiquita, cuando llegué no me dejaban lugar para pedir, y yo gritaba:
-¿Me vende un escudo?¿me vende un escudo..?
Casi todos eran chicos, era el primer año en que aceptaban chicas en el Colegio San José, y las poquitas éramos las de primer grado. Los chicos seguían empujándome y no me dejaban comprar, se ponían adelante y yo seguía pidiendo mi escudo con mi bracito levantado y las monedas en la mano. Cuando el recreo estaba por terminar, la mujer del kiosko agarró mis monedas, yo me quedé mirando y esperando... hasta que me dio un vaso de plástico con coca-cola y cerró la ventana del kiosko. Le grité "¡yo quería un escudo!, ¡mi escudo...!", pero quedé sola delante de la ventana cerrada, nadie me hacía caso, así que me senté en uno de los escalones y empecé a tomar la coca. Sabía que mi mamá me iba a retar, pero el recreo se terminaba y empezaron a venir los chicos de mi clase a pedirme un poquito de bebida. Eso sí que no: ¿sin escudo? está bien, pero sin la coca ¡no!, y me la tomé. Por lo menos tenía que sacar algo bueno de lo que me esperaba cuando llegase a casa.
No me equivoqué. Vi venir desde la chinela hasta el palo de escoba; y no me escapé:
- ¿Y qué iba a hacer, mami? ¡yo ya te dije que en el kiosko no vendían escudos para el blazer!
Me pasé la tarde, la noche y la mañana siguiente entre llorando y aguantándome para que no me vieran.
- ¿Hoy no comprás otra coca?- me decían los chicos al otro día en el recreo.Yo estaba enojada porque sabía que ellos querían que comprase algo y que se lo diera. Y porque mamá no me entendía, a pesar de que yo ya tenía cinco años, pero todos me decían que era muy inteligente, si hasta me habían puesto en primer grado porque hacía mucho tiempo, no sé si un año, que ya sabía leer el diario y escribir...
Al volver a casa, mamá me sacó el blazer y le cosió un escudo en el bolsillo. No sé en dónde lo había comprado, pero estaba segura de que no había ido al kiosko del patio del colegio durante el recreo.
Me da una gran ternura. Pero una gran ganas de reprender a esa madre. Mi dios!
ResponderEliminarUn beso!
¡Buenas noches Cecy!
ResponderEliminarEn la época en que está ambientado el escrito (principio de los '70), esa madre, y muchas madres, queriendo hacer lo mejor para sus hijos podía equivocarse como nos podemos equivocar y lo hacemos montones de veces las madres de ahora. Aquella madre no sabía apenas lo que era un colegio, aunque siempre hizo lo posible porque sus hijas estuvieran en los mejores y por que no les faltase lo esencial.
Actualmente es mucho más difícil que algo así ocurra, pero tampoco es imposible.
Un beso muy grande para ti!
ya desde cría esa niña tenía toda la pasta de una chica pirata al defender su coca cola de otros avezados filibusteros. lo malo es la capitana que da órdenes que confunden a la tripulación.
ResponderEliminarMi querida amiga ya llegue en tu casa y quedaré por aca. Manaña volve aca con tiempo para leer tus letras.
ResponderEliminarUn grande carino en tu alma
Carmen:
ResponderEliminarUna instantánea de la infancia de esa niña argentina... En esa instantánea puede verse su alma que ha quedado atrapada en una suerte de éter, de limbo, entre el allá y aquí. Un alma que sigue viva y sigue niña más allá de los años. Es hermoso saber que dentro de cada uno de nosotros aún titila la frescura.
Un beso enorme.
El Padrino.
Que ternura de niña pero que carácter sacó.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias por saber degustar las letras y su contenido.
ResponderEliminarTengas una noche linda amiga
Enhorabuena por tu nueva andadura por estos lares.
ResponderEliminarBesos,
Francisco.
Estaba claro, en el quiosco no vendían escudos.
ResponderEliminaren el relato hay la atmòsfera de los corredores de escuela, hay el ruido de los chicos que corren y juegan, hay tu actitud de "lucha", es un fragmento de vida de cada uno de nosotros, gracias por compartirlo y recordarnoslo.
ResponderEliminargracias por tus comentarios, con un poco de calma tratarè de comentarlos, èstos dìas han sido muy duros, sin quejarme del trabajo digo solo que pero he tenido poco tiempo.
un abrazo y hasta pronto
Blas
Curiosa tu visión de las cosas Draco. Siempre pirata...
ResponderEliminarRaquel: es un placer leer tus poemas y una delicia tu blog. Encantada de tenerte por aquí.
Besos a los dos.
Humberto, querido padrino de mi blog (sí, ¡es niña!), tus palabras siempre consiguen que algo se mueva de alguna manera por dentro, y eso no es algo que todo el mundo sea capaz de hacer. Menos aún que ese movimiento deje tan buenas vibraciones.
ResponderEliminarLa niña que tuvo que transformase tan prematuramente en mujer adulta ha decidido que ya era hora de recuperar la palabra que le habían robado. Y ya no se irá, porque ha logrado soltarse de aquellas innombrables ataduras. Juega, como niña que es, y se aprovecha de todo lo que no pudo durante esa infancia perdida.
Las cosas suceden por algo, siempre es así, aunque no se sepa muy bien el porqué.
Otro beso enorme para ti, entre el aquí y el allá...
Querida amiga, linda Flor, yo también me negaré a decirte malquerida. Sabes que sigo tu hermoso blog, como Carmen, o como Carina, es lo mismo... Aquí encontrarás una parte de la misma persona, la más auténtica, seguramente. Y me alegra que hayas leído entre líneas o en ellas y hayas encontrado a esa niña... una niña como cualquier otra...
ResponderEliminarSeguiremos leyéndonos, o al menos yo sí seguiré por allá.
¡Un beso!
Muchas gracias Francisco. Me siento feliz de ver por aquí a mis buenos amigos de internet.
ResponderEliminarRecibe un fuerte abrazo (no sé escribirlo en japonés, pero, si quieres, puedo escribirte en gallego).
Gustoume moito a fotografía o eclipse de lúa que compartiches connosco esta noite no teu blog. Bicos, e unha aperta sincera.
Sí, Sergio: estaba claro desde el primer momento; pero a veces las cosas se terminan complicando... Bienvenido a mi blog.
ResponderEliminarBlas, no te preocupes. Hay veces en las que el tiempo no es lo que nos sobra, y yo también lo entiendo. Poco a poco, sin prisas pero sin pausas, es como mejor salen las cosas. Un abrazo.
Besos para los dos.
Que dulce y muy tierno !! vengo del blog de Humberto para quedarme , bienvenida a este mundo de amigos!!
ResponderEliminarBesos
Hola Carmen.
ResponderEliminarVendo del blog de mi amigo Humberto Dip. El ha recomendado tu blog y, como siempre, su criterio es muy acetado.
Te felicito por tu blog y tu relato.
Cuenta desde hoy con un nuevo seguidor.
Un abrazo.
Ricard
pasaba a saludarte!
ResponderEliminarte dejo un fuerte abrazo!
Bienvenidos Lisebe, Ricard y Allek. Gracias por vuestros comentarios. Buen amigo Humberto ¿verdad?, además de muy buen escritor.
ResponderEliminarBesos y abrazos enormes para los tres.
Carmen.
CARMEN, Pobre criatura, que pensamientos, interrogaciones espanto, cruzaría su mente.
ResponderEliminarQue hago yo con el refresco, como le explico a mami lo ocurrido?
Lo tuvo que pasar mal. Saludos
Hola Manolo. Te acabo de responder en "Un vaso de agua al sol". Puedes imaginarte y no te alejarás mucho de la realidad en este caso, pues si hay ficción en él puede ser en un 0'01%...
ResponderEliminarCreo que aún tengo el sabor del refresco atragantado y, sobre todo, la rabia por algunas de las cosas que sucedieron.
Biquiños!