En la penumbra, ella debió pensar que su sonrisa y aquella manera dulce y sensual de morderse el labio inferior se debían a cómo iba vestida (en realidad, desvestida, pues sólo llevaba encima dos prendas...). Seguramente, bajo la misma luz él sólo pensaba en lo que había debajo de tan poca tela...
Tras el juego y el descanso, el reloj no había parado de marcar las horas. Besos cómplices, miradas...
Tras el juego y el descanso, el reloj no había parado de marcar las horas. Besos cómplices, miradas...
Vamos...
Una ducha y a vestirse de nuevo.
Y lo que él no se esperaba, aquello que antes no le había preocupado, se convertía ahora en algo así como una pesadilla: dos hileras de corchetes, de arriba a abajo, en la espalda de ella. Entonces sí se fijó en lo que ella llevaba puesto antes, cuando el deseo le nublaba la vista y las manos se le escapaban locas para acariciar su piel.
A ver, hombre, que no es tan difícil... Empieza por...
¡Sí empiezo por...!, pero por dónde ya estaba ¡va y se desabrocha!
Tras unos quince o veinte minutos en que ella sonreía pícara y él no la dejaba hablar, por fin lo consigue y, tras el esfuerzo, no puede callarse:
Niña, no vuelvas a ponerte algo así cuando estés conmigo.
No lo ha olvidado, y se sonríe al recordarlo. Pero ella es mujer y le gusta sentirse así... Relojes y calendarios fueron contando el tiempo y, la otra noche, él la encontró curioseando en internet mientras regresaba de la cocina con una taza de café.
¿En qué andas?
Nada, curioseando por aquí... Mira qué corsés tan bonitos...
A ver...
Y se sentó a su lado, observando a la vez que ella, sin perderse detalle... Ella le miró de reojo, sonrió silenciosa y continuó con lo que estaba haciendo. Él miraba el monitor y tomaba pequeños sorbos de su taza de café.
¿Cuál te gusta?
Hay varios que me gustan pero... ¿no dijiste que no querías volver a verme con algo así...? (la partida estaba ganada y ella lo sabía). Es tarde, amor, será mejor que vayamos a dormir...
Él no decía nada, y seguía mirando la pantalla. Ella seguía observándole de reojo y le mostraba de vez en cuando cuáles eran los que le gustaban.
De todos modos..., éstos no son como el otro: éstos son prendas exteriores, para lucirlos sin llevar nada por encima...
Y..¿cuál dices que te gusta...?, hace como que no la oye... Es verdad, niña, es tarde; ve a dormir que yo apago el ordenador...
Cuando él se acostó, ella llevaba un buen rato perdida en el mundo de los sueños.
Llaman a la puerta. Un repartidor pregunta por el señor Romero.
Sí, es aquí, pero mi marido está trabajando en estos momentos
El muchacho revisa los datos:
Ah, no pasa nada, firme aquí, por favor. De todos modos este paquete debe ser para usted porque el nombre de entrega es Doña Isabel de Romero...
Sí, soy yo. Gracias...
A usted...
El repartidor se va e Isabel mira el contenido de la entrega. Sonríe y piensa: No uno, sino tres... ¡y mira para el que no quería saber nada de corsés!
Queridos amigos, sigo aquí aunque no haya escrito en un tiempo... Pero no me olvido de quienes pasais a leer o curiosear y ocupais un ratito de vuestras vidas a entrar un poquito en este trocito de la mía.
ResponderEliminar¡Biquiños!
Carmen
Que grande es ese amor que aunque no le gustan esas prendas te regala, no uno ni dos, tres.
ResponderEliminarMe alegro Carmen, un gusto leerte, Biquiños para ti
Vaya entradita, jaja. K ben o pasas...
ResponderEliminarVaya entradita, jaja. K ben o pasas...
ResponderEliminarVaya entradita, jaja. K ben o pasas...
ResponderEliminaryo hubiera completado todos los colores del arcoiris, je. besos.
ResponderEliminar¿TRES? Fiuuu!
ResponderEliminaryo hoy si nada mas pase a ver la foto!
ResponderEliminarque guapa!
xhaludos!
¡Muy bueno, Carmen!
ResponderEliminarMe alegra verte de vuelta por aquí.
Un abrazo,
Bien Carmen, me gusta el relato, pero más me gusta verte de nuevo aquí.
ResponderEliminarUn beso enorme.
HD
Un lindo detalle para complacer a su esposa, y vaya que esas cosas de verdad son linads :d
ResponderEliminarjejeje un bonito detalle, y un relato que me enterneció
ResponderEliminarbesos,
Hola, Carmen!! Ya de vuelta en la blogósfera, me complace visitar tu página por su frescura y su carisma.
ResponderEliminarEste relato confirma que las mujeres tenemos la suficiente inteligencia para lograr lo que queremos sin que ellos se den cuenta :)
¡Fantástico!
Besos, Carmencita
Vaia! Ten tela tan pouca tela. ¿Non si? O que non sei é en que parte do mundo situarme. Despistame que convivan o de señora "de Romero" e internet.
ResponderEliminar...e por certo, moitas veces a lúa e as estrelas ollaronme através da xanela despois de despila, descorchandolle o corsé...iso que chamamos cortinas.
Saúdos Carmen.
Nice post you look nice to I'm your new follower Kissez.
ResponderEliminarhttp://ancinetwisdom.blogspot.ro/