Cuando vivíamos en Caballito, en la avenida Gaona, algunas veces íbamos a la plaza Irlanda, a comer pizza en "El Ombú". Recuerdo aquellas pizzas como las más sabrosas que he comido nunca. La pizzería siempre estaba llena y había que esperar para poder tener mesa, pero valía la pena. Era una de las pocas veces que nos dejaban tomar coca-cola o pepsi con la comida. Y aunque el pedido tardase y los refrescos se acabasen antes de verla llegar, aquella pizza tan rica, con la mozzarela cayendo por todos lados, bien se merecía el tiempo de espera y más. No íbamos muchas veces, pero cuando lo hacíamos, era mejor que cualquier día de fiesta.
No sólo íbamos a la plaza Irlanda para comer en la pizzería. Otras veces nos llevaban allí, como a cualquiera de los demás niños, para jugar. La plaza era grande, o eso me parecía. Recuerdo los árboles..., y pocas cosas más. Es que ha pasado mucho tiempo... Sin embargo, había algo que no es tan fácil borrar de la memoria, lo mejor que había en la plaza, al menos para mi: la calesita (el tiovivo, como le llaman aquí, en España). Sentarse en las sillas colgantes y dar vueltas y vueltas mientras giraba, intentando alcanzar la llave para ganarnos una vuelta gratis ¡qué recuerdos!..
Más adelante, cuando el negocio de mis padres empezaba a ir mejor, nos compraron una bicicleta. Sí, una para las dos. Con ruedines a los lados, porque aún no habíamos aprendido a andar en ella. Lo peor de todo era tener que compartirla y esperar turno para dar una vuelta: nunca nos poníamos de acuerdo y nos pasábamos la tarde peleando (como buenas hermanas, por supuesto). La que iba en la bici, muy contenta; la otra, con cara evidente de gran enfado. Creo que por eso un buen día nos trajeron a Chicho...
Chicho era un cachorro. No tengo ni idea de qué raza; la verdad es que lo de los perros era cosa más bien de mi hermana. A mi siempre me gustaron más los gatos. Si hasta cuando nos peleabamos nos decían "el perro y el gato", porque ella empezaba mordiéndome, y yo terminaba arañándola. En fin, que a Chicho también lo teníamos que compartir, como la bicicleta, aunque daba demasiado trabajo y a mi, la verdad, no me hacía mucha gracia (a mi hermana sí, pero lo de cuidarlo, je... eso tampoco no le iba). Entonces, cuando nos llevaban a la plaza, una iba en la bicicleta y la otra llevaba el perro, hasta que tocaba cambiar de turno. La verdad es que no me acuerdo mucho de los detalles; de una cosa sí estoy segura: de que por mí le hubiera regalado el perro a ella y me hubiera quedado yo con la bici. Nunca llegamos ninguna de las dos a aprender a andar sin los ruedines. Hubo dos razones para ello: que mi madre se empeñaba en vestirnos con mini-faldas (estaban de moda en aquellos años), lo que hacía que las lesiones en las piernas tras cada caída fueran más dolorosas y evidentes, y que poco tiempo después dejamos Buenos Aires para venirnos para acá. Y de Chicho, sinceramente, apenas me acordaba de él; no sé quién se lo quedó al final, me imagino que mis primos. Hoy lo he visto en un par de fotografías del viejo álbum que guarda mi madre.
Eso sí, hay algo que no creo que nunca se me olvide: lo bien que lo pasaba en la calesita de la plaza Irlanda y, por supuesto, lo sabrosas que estaban las pizzas de "El Ombú".
¡Vaya! si ya lo sabía yo: hablar de estas cosas me ha abierto el apetito. Me voy a encargar una pizza por teléfono. Al "Ombú" no... (me queda un poquito lejos) .
¡Hola amigos!
ResponderEliminarDe lleno ya en los carnavales de este año, es mi deseo que lo paseis lo mejor posible y disfruteis de la compañía de vuestras familias, amigos y todos vuestros seres queridos. Son fechas que se pasan pronto y que, a veces, traen sorpresas. Si es así, ¡que sean de lo más agradables!, como agradable ha sido leer vuestros comentarios y saber de vuestras visitas a Meiga Noite de Lúa y, por supuesto, al post "Ibas a comerte el mundo" (realmente, creo que la imagen cedida por Laura Trissot para ilustrarlo le ha dado mucha fuerza y vida). Gracias Laura; gracias a todos.
Hoy he subido "La plaza Irlanda" y os invito a leerlo y a retroceder en el tiempo conmigo, cada uno a sus años de infancia, rebuscando entre los recuerdos cosas que pudieran parecer no ser importantes, pero que en su momento hubieran marcado puntos concretos de los caminos por los que han ido siguiendo su curso nuestras vidas.
Para terminar, quiero enviar así, en público, un fortísimo abrazo a mi querida amiga Flor de María: ¡ánimo, Linda Flor!, todo va a salir bien, ya lo verás...; nadie ha dicho que vivir sea fácil, pero hay que hacerlo e intentar limar asperezas, por muy duras que sean y por muchas piedras que nos pongan en el camino. Ánimo, amiga...; ya sabes en dónde estoy para lo que pueda, si es que en algo puedo, ayudar.
Biquiños...
Carmen
Hola Carmen, que tierno y "sabroso" recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí. Lo peor es saltarse la dieta por un recuerdo, por muy sabroso que sea...
EliminarOtro abrazo para tí, Lapislázuli.
¡Biquiños!
Hoy me has hecho viajar a mi pasado, Carmen. A los veranos de noviembre a marzo, a las bicicletas, las plazas y los parques de mi Montevideo; aquel de los setenta.
ResponderEliminarVamos, que me has metido una píldora de morriña que crece día a día, considerando que no voy por allá desde el año noventa y cuatro.
Así que con el lagrimón a punto de piantarse, no se si decirte que me alegro de haber venido o no.
Un abrazo,
Pedro, eso nos sucede a todos de vez en cuando y no hay nada malo en ello. Recibe un fuerte abrazo!
Eliminar¡Biquiños!
este pirata se ha divertido mucho con tu relato debido a tus recuerdos con tu relación con tu hermana y la historia de chicho. sonrisas y besos.
ResponderEliminarMe alegra que te haya divertido, Draco. Es bonito dejarse llevar por los buenos recuerdos ¿no crees?
Eliminar¡Biquiños!
Los recuerdos de la infancia nunca mueren, a veces creo que hasta se reinventa para describirlos con mayor frescura. Enhorabuena Carmen.
ResponderEliminarun fuerte abrazo
fus
Gracias Paco. No sé si la mente siempre juega en ese terreno y de ese modo, pero dejarse llevar por el niño que aún llevamos dentro debe ser el ingrediente principal para aportar esa frescura.
Eliminar¡Biquiños!
Los recuerdos de la infancia...nenaaaa que bonitossss son!!!Y las pizzassssssssss????????jobaaaaaaaa carmennn que estoy a dietaa jajajjajajajaja y tengo un hambre que me muerooooo!!Mill besitos niña, como vas??estas bien???
ResponderEliminarYo también estoy a dieta, midala. Pero una vez cada cierto tiempo me permito el pequeño lujo de tomar un poco de pizza. ¿Qué recuerdos podríamos guardar de estos momentos si solamente nos centramos en autocontrolarnos completamente durante todo el tiempo?
Eliminar¡Biquiños!
Vaya, que recuerdos...
ResponderEliminarTe has olvidar de contar porque se llamaba Chicho el perrito, jajaj
Y me has borrado de la foto!
Tiene razón "fus". Una de dos, o yo ya no tengo memoria o ella tiene de más, lo cierto es que al leer la historia todo es tal cual lo vivimos, una gozada recodarlo.
Je, esa puede ser otra historia, hermanita... Y no, no te he borrado de la foto. Recuerda bien lo mala que era la cámara, y que siempre salían las fotos hacia un lado. En esa foto no aparecías tú; y en la otra..., aparecías cortada a la mitad, así que preferí poner la que ves.
EliminarEn cuanto a lo de tu memoria, sé que no me lo vas a tomar a mal..., pero ya vas viendo que hay muchas cosas que tú no recordabas y yo si...
Muakssssssss!!!
jaja
ResponderEliminarSi, te queda un poquito lejos.
Pero cuando pase por el Ombú, lo haré a tu honor.
Lindos recuerdos, cuando veo alguna calesita que ya quedan pocas, me gusta detenerme a mirarla.
Un abrazo carmen,
Cecy, si pasas por "El Ombú", no se te olvide contármelo!!
EliminarUn abrazo muy fuerte para tí. Espero que poco a poco estés más animada. Lo que ha ocurrido allá no tiene nombre...
¡Biquiños!
Es una historia magnífica, al inicio confieso hice por leer Carballino por Caballito y ya iba a decir qué error. Bueno, Bessie tecletea en mi espalda ahora que quise comentarte. Esperemos que no haga muchos renglones aparte. Oye, si en vez de estar allá fuera Carballiño sería el pulpo el que recordarías comiendo pizza del Cholo allá. Sería distinto sabor pero la real es insuprimible en esencia. La pizza romana es una de mis favoritas pero me encanta comerla de mil diversas formas. Creo que podría hablar tanto o más que del cocido gallego.
ResponderEliminarHola Rider, no sé lo que recordaría si fuera al revés, pero desde luego que el cocido no entra en mi lista de platos favoritos, y que allá mi madre lo hacía tan bien como lo hace aquí. Lo del pulpo ya no te digo, porque no recuerdo haberlo comido en Buenos Aires.
EliminarA pesar de mis alergias, me gustaría conocer a Bessie; aunque algo me dice que aparte de juguetona debe tener las uñas más afiladas que yo, jeje. Me encantó verla en el video.
¡Biquiños!
Carmen, aquí estoy agradeciéndote tu visita. Leo tus entradas y advierto que con un lenguaje simple llegas al corazón de quienes te leen.Tu relato, es común a los niños de aquella época, las niñas no usaban casi pantalones, ir a comer pizza los sábados o domingos era un placer.
ResponderEliminarSigo leyéndote y me quedo por aquí
Saludos desde Mar del Plata Argentina
http://siempreseraprimavera.blogspot.com/ mi blog de NUTRICIÓN
y si te gusta leer http://norma2-siempreesprimavera-norma2.blogspot.com
Verdad, Norma: las niñas, por aquel entonces, rara vez usábamos pantalones, y si lo hacíamos solían ser shorts. Sé bienvenida a mi blog. Con más calma, volveré a pasarme por los tuyos.
Eliminar¡Biquiños!
Carmen, que bonito es recordar aquellos episodios de nuestra vida, tan cerca y tan lejos parecen a veces. Me antojaste esa pizza y me hubiera encantado conocer a tu cachorro.
ResponderEliminarsaluditos y gracias por compartirnos tus memorias
Vaya Alezhi, parece que no somos las únicas a las que nos ha apetecido la pizza. Es una pena que todos estemos tan lejos unos de otros; podríamos, si no fuera por eso, juntarnos alrededor de una gran mesa y saborear unas buenas pizzas en buena compañía. En cuanto a Chicho, ya te digo: me acuerdo más de los gatos que he tenido que de los perros (excepto de Blue, que tenía unos preciosos ojos azules; quizá un día escriba sobre él).
Eliminar¡Biquiños!
Por tus comentarios de enero te deje una breve mencion en el blogsete, gracias!
ResponderEliminarGracias a tí, Xhabyra. Ya sabes lo mucho que me gusta pasarme por allí.
Eliminar¡Biquiños!
Que simpáticos y refrescantes pueden ser a veces nuestros recuerdos, los tiempos de la infancia, nuestras mascotas.
ResponderEliminarLinda entrada amiga.
Te dejo todo mi afecto y aunque algo perdidita (ya te escribiré), nunca se me podrá olvidar un ser humano como tú.
Espero estés bien y te cuides,
Besos
Gracias por todo, Mayra. Yo también ando un poco liada, un poco acatarrada..., y bastante cansada; pero son cosas llevaderas.
EliminarCuidate mucho ¿si?
Biquiños!
Mui lindo ..saber que los recuerdos buenos son siempre bien vinidos..Mucho guato amiga está aca en tu libro..
ResponderEliminarBesos
Gracias por tus palabras y por tu visita, Rachel. Ya me he pasado por tu blog y he visto los cambios estructurales. La esencia es la misma y es un blog precioso.
Eliminar¡Biquiños!
Que bellos recuerdos y los narras tan bién que hasta me pareció sentir el olor a pizza y ver a tu mascota. Muy hermosa entrada...
ResponderEliminarBesitos en el alma
Scarlet2807
Muchas gracias Scarlet. Veo que tu comentario está con fecha del 23; si hubiera sido el 24, bien podría haber sido lo de la pizza, pues fue el día en que no me aguanté y fui a la pizzería...
Eliminar¡Biquiños!
Hermosos recuerdos, Carmen!
ResponderEliminar¿Así que por allí le dicen "tiovivo" a la calesita? No lo sabía... Y la "llave" aquí es la "sortija". Uhhh ¡Sacar la sortija, qué placer! ¿Sabés que yo tampoco se andar en bici? jajajaj Siempre me creí "una marciana", pues todo niño o niña sabe andar... Es que yo era MUY tímida y cuando me sacaron "las rueditas", me caí un par de veces y como la gente me miraba, me daba tanta verguenza que abandoné el intento. ¡Qué tonta! jajajaja
Me has dado ganas de comer una rica pizza, con mucha muzzarella que chorree por los cuatro costados... Ummmmmmmmm
Un beso grande, precioso relato!!!
Hola Diana! No recordaba que a la llave se le llama sortija y en el momento de escribir no tenía a quien preguntar. Aquí una sortija es un anillo; imagínate la cara de una cría cuando le hablan de una sortija (anillo) y ella tiene en mente la sortija de la calesita, jeje. Y eso mismo con muchas otras palabras.
EliminarYa veo que eres otra más del club de las que no aprendimos a andar en bici, jajaja. Lo que sí aprendí unos años después, aquí, en España, fue a andar sobre patines, y se me daba muy, muy bien.
Si algún día nos llegamos a juntar todos los que estamos comentando en este post, estoy segura de que iremos de cabeza a una pizzería, jajaja.
¡Biquiños!
De nuevo por tu casa, disfrutando de tus palabras. Siempre un placer.
ResponderEliminarSaludos y buen fin de semana.
Muchas gracias, sonrisa de Hiperión. A ver si pronto me puedo pasar yo por la tuya; tengo que encontrar un momento para ello...
Eliminar¡Biquiños!
Hummm, y ésta noche está la cena preparada, joder, pero mañana pizza, aquí decimos del turco
ResponderEliminarUn abrazo Carmen
Vale, Juan, otro más para unirse a esa mesa en que todos los que hemos escrito por aquí nos podríamos sentar y, seguro, seguro ¡¡pediríamos unas pizzas!!
Eliminar¡Biquiños!
Es tan bueno ir a buscar al galpón de los recuerdos esos tesoros que luego se transforman en bellos relatos. Especialmente éste, que no está cargado de nostalgia, muy por el contrario, reboza alegría por la vida vivida.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
No sé si la pizzería siga llamándose "El ombú", cuando pase por allí te digo, lo que sí puedo asegurarte es que no es Caballito el barrio, sino Flores, más específicamente Flores Norte, según consta en el catastro. Pero esos son simples datos empíricos, ¿quién dijo que uno no pueda ubicar Oxford Street en el medio de Vigo?
Un beso enorme.
HD
¿Ves, Humberto? Esa es una de las razones por las que no me atrae demasiado volver allá: porque ir después de tantos años significaría perder o desfigurar recuerdos (buenos o malos). Para mi siempre será Caballito, y en la plaza Irlanda estarán "El Ombú" y las ricas pizzas..., y la calesita.
EliminarCuando nos vinimos yo no quería volver; un doloroso mal recuerdo me impedía y prácticamente me paralizaba cuando alguien me hablaba de regresar. A estas alturas ya he perdido ese miedo; pero, aunque no me he planteado si un viaje allá podría borrar los malos momentos, casi que prefiero seguir recordando los buenos, aunque eso signifique idealizar el que sigue siendo mi Buenos Aires querido...
Por cierto, Vigo no me gusta mucho: demasiadas calles cuesta arriba (o cuesta abajo, según se mire). Y aunque no era lo que me esperaba, prefiero las largas calles por las que paseé en Londres a las estrechas y empinadas de Vigo.
¡Biquiños!
Carmen
Muchas gracias María del Carmen. Que tengas también una buena semana.
ResponderEliminar¡Biquiños!
Hola, sobre la pizzería El Ombú, te comento que sigue existiendo en la esquina de la Avda. Gaona y Donato Álvarez, es decir, frente a Plaza Irlanda. El local está completamente remozado pero sus fugazzetta rellena y pizza napolitana siguen siendo, según los entendidos, las mejores de la zona. Saludos
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