1 feb 2013

Instrucciones que no se escriben

En la penumbra, ella debió pensar que su sonrisa y aquella manera dulce y sensual de morderse el labio inferior se debían a cómo iba vestida (en realidad, desvestida, pues sólo llevaba encima dos prendas...). Seguramente, bajo la misma luz él sólo pensaba en lo que había debajo de tan poca tela...

Tras el juego y el descanso, el reloj no había parado de marcar las horas. Besos cómplices, miradas...

Vamos...

Una ducha y a vestirse de nuevo.

Ayúdame, anda...
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