21 oct 2012

Verdad o Mentira

Le decían "esa". Las mujeres del pueblo la miraban por encima del hombro y ni siquiera se molestaban en llamarla por su nombre. "Ahí está esa otra vez", "esa está loca", "niños, ni se os ocurra acercaros a esa"... En realidad se llamaba Vanesa, pero ellas habían decidido que no se merecía tener un nombre completo.
Los hombres, sin embargo, no llegaban a mencionarla. La miraban de reojo, como esperando encontrarse a solas con ella y quién sabe hasta dónde llegar... Alguna vez alguno de ellos había terminado escapando como gato escaldado después de intentar aprovecharse de ella. Pero es que Vanesa, a pesar de todo, sabía defenderse; no le había quedado más remedio que aprender. Aún así, y aunque físicamente se arreglaba bien, había algo que era más fuerte que ella y contra lo que no se sentía capaz de luchar.

Yo solía verla sentada en algún banco del paseo marítimo. Abstraída en su mundo, parecía no querer percatarse de la presencia de otras personas a su alrededor. A veces miraba a lo lejos, como queriendo cruzar el mar con la mirada. Otros días jugaba con arena entre sus manos, hasta que ésta terminaba desapareciendo al colarse por las rendijas del banco de madera. Y, en primavera, era habitual verla sonreír con un puñado de margaritas en las manos, flores que finalmente terminaba deshojando una a una, y a las que siempre preguntaba lo mismo:

Mentira, verdad, verdad o mentira…
Deshojando uno a uno los pétalos: mentira, verdad, verdad o mentira…
 
Pero esta vez no era una margarita… 
Me había acercado un poco más y pude ver que las espinas se habían clavado en sus manos y pequeños hilitos de sangre caían a la vez que algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas:

Mentira, verdad, verdad o mentira, ¡pero yo no quiero deshojar la rosa! ¡No me dejes hacerlo!
Amor: ¡no quiero hacerlo!
No me dejes aquí sola, con la rosa entre mis manos, esperando que ella me diga si es verdad… o si es mentira…
 
El viento de aquella tarde se llevaba los pétalos. La gente se alejaba. Parecía que el mundo se había propuesto dejarla sola. Y yo no pude contenerme: me acerqué despacio a ella y me senté a su lado. Se volvió hacia mí como interrogándome con la mirada. 

Hola, le dije. Vanesa seguía mirándome extrañada. ¿Me dejas ver la rosa?, y sin decir palabra, abrió sus manos y me la enseñó. Del bolsillo de mi abrigo saqué un paquete de pañuelos y, con uno de ellos, comencé a secar la sangre que brotaba de las pequeñas heridas. Cuando terminé, le ofrecí uno limpio para que secase sus lágrimas. Fue la primera vez que vi tan de cerca su sonrisa, hermosa y sincera, pero también triste y melancólica.  

Hola, me dijo ella finalmente. Después, dejó la flor en su regazo y abrió su pequeño bolso de tela; siempre lo llevaba con la bandolera cruzándole el pecho, por dentro de la chaqueta o el abrigo viejo que usaba cuando hacía frío. No tardó en encontrar lo que buscaba y en enseñármelo: una fotografía en la que aparecía ella, sonriendo feliz, con bastantes años menos, al lado de un joven que la abrazaba. Entonces comprendí lo que pasaba. Vanesa volvió la vista al mar, a lo lejos y yo... me quedé a su lado, mirando al mar, igual que ella...


8 comentarios:

  1. Hola amigos:

    Verdad y mentira son algo relativo; dependen, en realidad, de muchas formas de ver las cosas. Sin embargo, algunas veces, se convierten en el todo para algo o para alguien... La vida sigue, pero no es igual si la duda existe. Hoy os invito a leer “Verdad o Mentira”.

    Por otra parte, quiero dar las gracias por la buena acogida de “Sangre en las manos”, mi anterior post. Gracias por vuestras visitas, por los comentarios … por todo.

    Un abrazo muy fuerte.

    Biquiños...

    Carmen

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  2. Discernir entre verdad y mentira a través de los pétalos de una rosa... cuanto dolor de ausencia,
    Intenso relato
    Un abrazo

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  3. PRECIOSOS DOS AMIGA. ¿SERE MEIGA? ALGO ME DECIA, QUE ME GUSTARIAN TUS BLOGS. BESOS

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  4. es uno de los textos más originales que jamás haya leído y que me ha gustado mucho. han sido apenas minutos en donde me he abstraído completamente de la realidad y sentido a la vez que estaba presente, acompañándolas a ustedes dos en aquel banco del paseo marítimo.
    besos.

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  5. Como siempre un magnifico texto!!! Gracias amiga por compartirlo.

    Te envio muchos biquiños!!!! Laura.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. El último pétalo tiene la palabra, por mucho que quiera sin decir nada puede cambiar el destino.


    Saludos.

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  8. Precioso Carmen!!!Y...triste
    Bikos

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