11 may 2012

La guerra de las niñas

Aunque alguna vez nos escapábamos, como cualquier niña o niño de nuestra edad, lo habitual era que estuviésemos jugando siempre en la acera delante del bar. Allí, desde dentro, nuestros padres podían vigilarnos a través del ventanal mientras ellos trabajaban. De todos modos, lo de escaparse era cosa rara, y previo "pedir permiso" para ir a jugar junto al colegio; alguna vez nos adentrábamos un poco más allá, en la zona más desconocida, junto al río. Y aún así, pocas veces, porque estar frente al bar parecía interesante para los demás, y siempre venían hasta nuestra acera.


Eran años en los que apenas pasaban coches por la carretera, en los que lo habitual era salir a jugar a la calle después de hacer los deberes y mientras nos comíamos aquellos bocadillos de chorizo o de nocilla. En aquella época no había la tremenda sobreprotección de los críos que hay ahora, y si te pillaban en una travesura, sabías que no te librabas del coscorrón, del tirón de pelos, o del palo de la escoba... Y nadie decía nada, porque era lo más normal y habitual.

Ya por aquel entonces, a mi me aburrían la mayoría de los juegos a los que querían jugar las demás niñas. Todas, incluida mi hermana, no se aguantaban sin jugar haciendo trampas; eso me enfadaba muchísimo, y  yo terminaba separada del grupo y sentada en las escaleras del bar, mirando lo que hacían las demás.

Una tarde de aquellas, cerca de las fechas del carnaval, estábamos en la acera María Jesús (que vivía enfrente), mi hermana y yo. Jugábamos, no recuerdo a qué, cuando aparecieron Merce, Marisita (era la mayor del grupo, pero todo el mundo la llamaba así), su hermana Ana y su prima Aurora. Dos de ellas venían metidas en grandes cajas de cartón a las que habían hecho unos agujeros para poder ver. Y empezaron las tonterías. Que si una empujaba a otra, que si la otra daba vueltas a una de las de las cajas..., y poco a poco aquello fue degenerando. Yo me harté, como era habitual, chillé "¡dejadme en paz!", y me fui a sentar a las escaleras del bar. Me dejaron tranquila, pero entre unas y otras el ambiente se caldeó hasta el punto en que María Jesús (que siempre parecía andar en busca de líos) se hartó de los empujones y risitas y se enfadó.

Viendo cómo estaba el ambiente, las que pudieron se apartaron, pero Ana, que iba en una de las cajas, continuó arremetiendo a risas contra María Jesús. Se notaba que Ana se lo estaba pasando muy bien (típico en ella), y no se daba cuenta de que había llegado demasiado lejos hasta que, con toda la rabia acumulada, María Jesús le dió un fuerte empujón y la tiró, caja de cartón incluida, contra la acera. Todas nos quedamos calladas mirando la escena. De pronto, vimos mancharse de sangre la caja del suelo. Merce salió corriendo y se metió en su casa, en el principio de la calle. Marisita y Aurora fueron a auxiliar a Ana y a ayudarla a salir de la caja. María Jesús, en estado de shock por unos segundos, reaccionó cruzando de repente la calle sin mirar, entró en su casa y cerró la puerta. Mi hermana y yo, también asustadas, entramos al bar a pedir ayuda. Salieron los mayores y entre todos llevaron a las hermanas y a su prima hasta sus casas.

Tras el "interrogatorio" de nuestros padres, alguien volvió a informar de lo que había ocurrido. Mi madre, mi hermana y yo fuimos a la casa de María Jesús. Ni su madre ni su abuela sabían en dónde estaba. Entre todos la buscamos y, al final, apareció bajo un mueble de la cocina, llorando, temblando y repitiendo: "¡acabo de matar a Ana!,¡acabo de matar a Ana!". No fue fácil convencerla para que saliera de allí, y mucho menos tranquilizarla... Incluso le costó creer que era verdad cuando le dijimos que, simplemente, al caer al suelo, las gafas de Ana se habían roto, y un trozo del cristal le había hecho una pequeña herida en la frente por la que sí había sangrado, pero que, por lo demás, estaba bien.

Pasó aquello y, como si nada hubiera ocurrido, a los pocos días estábamos de nuevo todas jugando y "guerreando" en la acera delante del bar.

¡Ha pasado tanto tiempo desde entonces! Con los años las cosas se ven desde otra perspectiva. Todo cambia...; la foto que he conseguido del lugar es de unos treinta años después. Aquellas "guerras de niñas" quedaron en el recuerdo y se han convertido en anécdotas "ligth". Por mi trabajo y experiencia puedo asegurar que las niñas de ahora ¡sí que son guerreras de verdad!

10 comentarios:

  1. Queridos amigos: millones de gracias por los mensajes de ánimo y todo el cariño que con ellos he recibido. Todavía no estoy recuperada como quisiera, pero, poco a poco, espero conseguirlo. También poco a poco iré respondiendo a vuestros comentarios y mensajes y visitando vuestros blogs; sin prisa, sé que no puedo forzarme. Mientras tanto, os invito a leer un pequeño recuerdo “La guerra de las niñas”.

    Un abrazo muy fuerte para todos.

    ¡Biquiños!

    Carmen


    P.D.: he recibido extrañas peticiones para enviar actualizaciones del blog y también correos no deseados, por lo que he decidido suspender de momento el envío de dichas actualizaciones y os pido a quienes querais seguir recibiéndolas me lo confirmeis a través del email del blog o, quienes no lo tengan, en el formulario de la página "recibir información por email" (ver parte superior del blog) Gracias.

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  2. me has hecho recordar mi infancia. cuando uno es niño juega con otros niños a juegos un tanto rudos -tal vez desde la perspectiva de una niña- como el fútbol o los policía y los ladrones; y es cuando uno va creciendo cuando las involucra a ellas en unas no tan inocentes escondidas mixtas, je. besos.

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  3. hola guapa; ante todo desearte una pronta recuperación, y que vuelvas pronto a este mundo de los blogs, que se te echa muchísimo de menos. Voy a tratar de confirmar lo que dices por el formulario, pero soy una torpona para estas cosas, si no lo logro por favor sigue enviando las notificaciones cuando publiques a maslama4@yahoo.es

    sobre la historia que cuentas, ¡uffffffff vaya susto para la niña! (bueno, para las dos, y para todos)

    besos,

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  4. Es cierto que hace años no había la sobreprotección de ahora y éramos más libres. Bonito recuerdo.

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  5. Que bella anécdota.


    Me da gusto saber que está bien una de esas niñas que escribe aquí.


    Besos.

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  6. Con los años tenemos otra mirada.
    Cuidate mucho. Te deseo una pronta recuperacion
    Un abrazo

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  7. Deseo que te recuperes pronto y me has traído unos recuerdos uffffffffffffff, ¡que tiempos aquellos! los extraño...
    Besitos en el alma
    Scarlet2807

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  8. cuantas anécdotas así tenemos para llenas libros.... hemos sido privilegiadas por una infancia asi...
    las niñas de ahora guerreras no lo siente, la mia tiene 10 y la temo ya jajaja
    Bicos.

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  9. Una vuelta esperada, Carmen, te lo aseguro. Y una vuelta con mentiras verdaderas, de esas que tan bien sabes relatar. Yo pensé que la había matado, en serio, me imaginé lo peor.
    Te dejo un beso enorme y esas fuerzas que uno tiene para darle a los seres queridos.
    HD

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  10. Me trajiste mi infancia de golpe querida amiga...es verdad, las niñas de hoy son más guerreras y con el paso del tiempo todo se ve de diferente manera.
    Cielo, lo importante ahora es que no te fuerces, se que no vas bien de salud, y lo mejor es tomarse las cosas con calma...
    Me alegra verte de nuevo...
    Besos!

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