No era la primera vez. Sin embargo, aquella parecía ser la última. Atrapado, inmovilizado, malherido y con el láser de un arma dibujando un círculo rojo perfecto en su frente, el sonido del disparo se hizo tan corto... pero casi, casi eterno, y vio pasar ante su ojos su infancia, sus hijos, su nieta (a la que aún no había podido conocer), las noches solitarias, las compañías intermitentes que no llenaron su vida y lo hicieron volver a aquello... y su gata... La última imagen fue una lágrima en los ojos de ella.
El momento vuelto eterno hizo que su pensamiento se bifurcase en todas las direcciones a la vez, cual raíces de un árbol frondoso, y que pudiera ver todo aquello que hizo, y lo que dejó de hacer. Y en los ojos de su gata, ya al final, recordó el tiempo perdido, el amor que dejó de lado, la promesa que no cumplió y los secretos que quiso gritar, pero no pudo. El alma que había dejado herida encogió su corazón.
Muy lejos de allí y de aquel momento, los años habían ido pasando, como pasan en todas partes. De vez en cuando, se abría la gatera y ella entraba, pero no había nadie en la casa. Al principio, la gata maullaba, como buscándole; ahora, simplemente, se acercaba, observaba, recordaba y volvía a irse hasta la próxima vez. Mientras existiera aquella pequeña puerta, pensaba, cabía la posibilidad de que él volviese y ella, como si nada hubiera pasado, se acercaría una vez más y volvería a mirarle con sus ojos felinos esperando que él no bajase de nuevo su mirada y se volviese a marchar.
No fue la última vez, pero podía haberlo sido. Mientras el sol cegaba sus ojos al aparecer de repente entre las nubes y entrar por la ventanilla del avión, su mente volaba más allá y recordaba aquella lágrima. Tengo que hacerlo de una vez, se decía.
Otra vez se ha estropeado el teléfono, pensó ella cuando vio el número del guardaespaldas en la pantalla de su móvil.
¡Hola...!
¡Eres tú!...
Hablaron como en años no lo habían hecho. ¿Sabes que ya soy abuelo?
Pero, aún así, hubo gritos que tuvo que volver a callar. Tenía que llamarte, ya no lo podía retrasar más.
Y los secretos querían escaparse, golpeaban en su garganta para salir. Algunos lo consiguieron a medias. Otros... no. Yo no te lo había dicho, pero tú sabías más o menos esas cosas. ¡Eres meiga!
Eso ya me lo habías llamado más de una vez... Supongo que llegamos a conocernos bastante bien.
Él la escuchaba y quería que ella supiera en pocos minutos tanto que había ocurrido en tantos años, tantos recuerdos que aún tenía, tantas cosas que guardaba dentro de sí y de las que nunca podría desprenderse... como de ella misma: ¿Sabes? he vuelto por allí; la gente aún se acuerda de nosotros, nos imitan, aunque la mayoría no nos hubieran conocido en su vida. Y yo me decía "pero ¡si eso era cosa nuestra!", y ya ves...
Dejamos huella, sí... ¡Qué tiempos aquellos!
Tenía que hacerlo: Sé que aún te debo un paseo por la playa... Dentro de unos días me vuelvo a marchar...
Ella no necesitaba más para comprenderlo: Sigue la gatera abierta ¿verdad?
¡Por supuesto que sí!
Sí, lo sé... Y no te perdono ese paseo que me debes...
La despedida fue larga, como siempre lo había sido. Una vez más, el guardaespaldas no tuvo el valor de colgar..., ni tampoco de terminar de hablar. Ella se quedó observando el teléfono mudo, con su número marcado, recordando tantas y tantas veces en que aquellos silencios la habían envuelto en mares de dudas. Nada había cambiado, tan solo el tiempo que había pasado. El guardaespaldas volvería a irse demasiado lejos para ella, demasiado lejos para todos; él ya había elegido su camino y no había nada que pudiera detenerle. Quizá la próxima bala o la siguiente emboscada sí fuesen la última... Entonces, una lágrima se escapó de sus ojos, resbaló suavemente, y se quedó muy quieta brillando tristezas sobre su mejilla.
Y mientras no sabía si él seguía escuchando o no, aunque lo imaginaba, su voz maulló desde sus entrañas:
Cuando vuelvas a estar atrapado, cuando no sepas por dónde salir, recuerda lo que has prometido a tu gata y aún debes cumplir; que eso sea la luz para guiarte y salir de allí. Entonces vuelve y cumple tu promesa; en ese momento, yo te arrancaré otra del alma, para que siempre tengas en qué pensar en los momentos malos, para que siempre recuerdes que aún eres mi guardaespaldas y no puedes irte y dejarme sola, para que siempre encuentres la manera de volver. Deja la gatera abierta, que yo siempre volveré. Te estimo...
Hola amigos:
ResponderEliminarViajé mucho en los trenes en Buenos Aires. Probablemente más de una vez en el Sarmiento. Pero, por aquel entonces, eran nuevos y, quizá, de los mejores que había en el mundo. Mis condolencias a las familias de los fallecidos y mucha fuerza y ánimo para todos los afectados.
Todo cambia, aunque no siempre sea a mejor, como habrá cambiado "La plaza Irlanda" desde la última vez en que estuve allí. Gracias por vuestros comentarios y visitas y por la información que algunos me habeis aportado.
Hoy os invito a leer "El guardaespaldas", dedicado a un gran amigo... y para que nunca le falle su ángel de la guarda...
¡Biquiños!
Carmen
MI AMIGA QUERIDA QUE LINDO ME PARECE QUE EL HISTORIA NO TERMINA POR ACA..LA VIDA SEGUE,Y LAS PROMESAS TAMBIEN CUANDO SALE DEL CORAZÓN
ResponderEliminarUNA GRANDE SEMANA AMJGA LINDA
Es cierto, la vida sigue, Rachel, y nunca sabemos cuando y cómo nos va a sorprender.
Eliminar¡Biquiños!
La lealtad del amor, ese que nunca olvida.
ResponderEliminarMe ha encantado el relato Carmen, es bello.
Espero que estés bien y tengas una magnífica semana que comienza.
Abrazos,
Mayra
Gracias Mayra. Me alegra que te haya gustado el texto.
EliminarYo también espero que todo te vaya bien, que los problemas se vayan solucionando... y que tengas un buen fin de semana y una semana maravillosa...
¡Biquiños!
¿un amor imposible? ò ¿unas circunstancias determinantes?..si tiene la gatera abierta aùn se puede entrar y vivir esa historia inacabada. Enhorabuena.
ResponderEliminarQue tengas una buena semana.
un fuerte abrazo
fus
Paco, simplemente... cosas de la vida. No siempre ocurre lo que uno espera, como muchas veces tampoco uno espera lo que luego termina ocurriendo.
EliminarBuen fin de semana.
¡Biquiños!
Cuantas historias secretas reserva el guardaespaldas, otra manera de cuidarla hasta ese paseo en la playa...
ResponderEliminarUn abrazo carmen.
Hola Cecy. Probablemente el guardaespaldas tenga muchísmas más historias que contar de las que podría contar yo. Me imagino que, del mismo modo, tendrá muchos más secretos que quizá quisiera gritar y no pueda. No creo que sea una vida fácil...
Eliminar¡Biquiños!
Las promesas son el motor que nos obliga a seguir peleando y salvando los obstáculos de la vida;y las que atan al alma son todas aquellas en las que tiene que ver el amor.
ResponderEliminarHermoso relato.
Muy buena reflexión, Divi. Me alegra verte por aquí y que te haya gustado esta pequeña historia.
Eliminar¡Biquiños!
Me dejas felizmente asombrado. Si es verdad que has pensado en alguien a la hora de escribir este relato te digo que parece que lo has escrito de manera que cualquiera que lo lea, sentirá de cerca la voz del texto, las voces. Sentirá las alas pesadas del guardaespaldas y el círculo rojo en su frente hasta el último punto. Arrancaste un bloque y te lanzaste vertiginosa al tallado, preciso. La dulzura también la he sentido, sabes que recién tenemos una gata… Y el dolor del que marcha, del que queda, el que marcha con tierra en las maletas… el que queda con las flores(promesas)..
ResponderEliminarUn abrazo enorme amiga.
Gracias, C.C. La próxima vez que me escribas algo así acuérdate de adjuntarme un babero... (es broma, je). Y sí, es cierto que al escribir pensaba en el guardaespaldas y que el texto estaba dedicado a él. Quizá por eso me ha sido tan grato a la hora de escribirlo y, probablemente, eso se nota, del mismo modo que el deje de tristeza ante la inminente partida...
EliminarGracias, una vez más, por tus palabras. Ya nos mostrarás más imágenes de tu gata...
¡Biquiños!
es inextricable muchas veces como se bifurcan las vidas para luego acercarse hasta tocar un punto según lod designios del destino. besos
ResponderEliminarHola Draco.
EliminarHay quien dice que el destino no existe, que los caminos que seguimos y lo que en ellos nos espera es algo que vamos forjando nosotros mismos día a día, minuto a minuto. Yo, sinceramente, prefiero no filosofar sobre el tema y llamarle "vida".
¡Biquiños!
Nena vaya amor dejado de lado!!que pena esos amores locos,que por el motivo que sea,no pueden seguír adelante.Pienso que debe de ser duriiiisimo.Pero ...hay cosas muuuuchos peores osea que palante como los de levante!!Genial y buenisimo mi niñaaaa.como estas¿¿???vas mejor???Oye carmen, sabeis algo de Ion-laos??tiene el blog cerrado y por mas que le dejo comentarios no salen,no se si esta bien o no...millllll besossssss seguiré preguntando a tdo el mundo!!!
ResponderEliminarHola Midala! Por aquí bien... aparte de un virus tonto que me anda dando la lata, pero nada serio; cualquier día de estos te escribo un email, te cuento cosas y te mando lo que me pediste... En cuanto a Ion-laos, no sé nada. Es más, he visto en algunos blogs a más gente preguntando, pero nadie ha sabido o ha podido dar una respuesta. Se me ocurre que se puede poner un comentario en el Mensajero Blog a ver si alguien responde. Si sabes algo, ya me contarás.
Eliminar¡Biquiños!
Un relato que rebosa sensibilidad, Carmen. Una historia de amor pendiente, de las que acaban ardiendo en el deseo.
ResponderEliminarMe gusta el recurso de utilizar a la gata del protagonista como su ancla a la vida.
Buen trabajo.
Un abrazo,
Gracias Pedro. De verdad que con los comentarios que estais dejando en este post me habeis subido a una nube...; espero que la caída no sea muy fuerte...
EliminarEn cuanto a la gata..., los gatos en general, y más en concreto alguna gata, son recursos que suelo tener presentes y que utilizo en varias ocasiones; quienes me conocen ya no se extrañan de ello. Me encantan los gatos.
¡Biquiños!
Regreso de poquito a leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Linda Flor. No tengas prisa; yo sé que hay momentos menos "fáciles" en la vida y en los que uno necesita mucho tiempo para asimilar algunas cosas y seguir adelante. Recibe un fuerte abrazo, otro muy dulce para La Bella, y uno lleno de esperanza para tu hija.
Eliminar¡Biquiños!
Un amor que no pudo ser... ¡Me encantó tu relato!
ResponderEliminarFelicidades por la sensibilidad que derrochas, tesoro.
Un besazo.
Muchas gracias, Towanda. Hoy ya me he alargado demasiado en el tiempo, pero a ver si mañana puedo pasarme por tu blog. No recuerdo haber visto que hayas actualizado, pero estoy segura de que ha sido un despiste mío y estoy deseando leer tus escritos.
Eliminar¡Biquiños!
Esta vez me has sorprendido por la sensibilidad que transmites en este relato. Usando tus palabras, mi gatera siempre estará abierta, pues nunca se sabe cuándo ha de volver uno de esos sueños que no se cumplieron.
ResponderEliminarTe dejo un beso enorme en esta semana tan rara para mí.
HD
Hola Humberto! Supongo que si he logrado sorprenderte, lo mínimo que debo es estar muy contenta. Reconozco que ha sido un texto un poco especial en su esencia.
EliminarEn cuanto a la gatera, haces bien en dejarla abierta. Los gatos (y las gatas quizá más) bien sabes lo imprevisibles que son y tan pronto desaparecen como de repente te los encuentras de nuevo a tu lado.
¡Biquiños!
Carmen
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato y muy real, ahora he de comprar el
Eliminarlibro para leerlo, si tengo tiempo.
Estare detras tuyo, besos.
El guardaespaldas
Espero que puedas llegar a leerlo. Recuerda el maullido de la gata, aunque sea en el último momento...
EliminarTú ya sabes.
Biquiños..
Me ha gustado mucho tu relato. Intenso y derrochando sensibilidad, tienes una forma de escribir , que atrapa al lector desde el primer momento...
ResponderEliminarBesitos en el alma
Scarlet2807
Muchas gracias, Scarlet. Me alegra que te haya gustado.
Eliminar¡Biquiños!
Ay de esos hombres de armas, que de tanto guerrear, olvidan lo que es la paz, y también a sus princesas.
ResponderEliminarHola Antonio.
EliminarNo siempre se trata de hombres de armas y de guerras, o de que olviden la paz o sus princesas; muchas veces la vida es muy diferente a lo que las cosas aparentan ser, y es muy posible que no haya más guerras que las obligaciones, y que no existan los aparentes olvidos, sino que la vida misma exija mostrar a los demás cosas que, en realidad, no son así. Hay cosas que no siempre son fáciles de entender...
¡Biquiños!
Y no se me ponga celosa que a usted la quiero mucho también...
ResponderEliminarAunque nosotros algo nos conocemos, ¿no?
Besos mi querida.
HD
¿Celosa, mi querido amigo Humberto? No sé por qué habría de ser así...
EliminarY sí, es cierto que algo nos conocemos...
¡Un abrazo enorme!
¡Biquiños!
Carmen
Creo que debía firmar: "te amo"...
ResponderEliminar¡Qué belleza de relato, Carmen! Con la sensibilidad a flor de piel, el mensaje nacido desde el corazón y la esperanza como baluarte a través del tiempo y las distancias. Me encantó :)
Un beso enorme.
¡Hola Liliana! Gracias por tus palabras.
EliminarEn cuanto a la "firma", si mal no recuerdo, y por lo que me han dicho hace bastante tiempo, ese "te estimo", cuando va escrito en catalán, tiene el mismo significado que "te quiero". Bueno, no soy catalana, pero creo recordar que esa era la traducción que me dieron una vez.
¡Biquiños!
Quiubo!
ResponderEliminarfuiste top comentarista febrero 2012!
pasale por tu premio!
muxhas gracias!
Muchas gracias a tí, Xhabyra! Ya he estado por allí y he comentado sobre el regalo especial. Es una pena que esta vez no hubiera imagen de regalo para colocar en el espacio reservado para ello en el blog.
Eliminar¡Un abrazo alegre!
¡Biquiños!
Muchísmas gracias, María del Carmen, por tus palabras y tu visita. Que tengas un buen fin de semana y una semana magnífica.
ResponderEliminar¡Biquiños!
Muchísmas gracias, María del Carmen. Tus visitas y tus palabras cariñosas son siempre beinvenidas en este blog.
ResponderEliminar¡Biquiños!
Un relato precioso como siempre. Me encanto!!!!
ResponderEliminarBesos. Laura.
Muchas gracias, Laura.
EliminarNo he olvidado lo de la imagen que habíamos hablado; cualquier día te lo cuento. Te avisaré.
¡Biquiños!
Carmen