15 ene 2012

Claudia Schiffer

Como si estar ingresada nuevamente en el hospital fuese un pasatiempo más, o no algo suficiente para merecer un poco de tranquilidad y paz, aquella estancia (frecuente en mi situación) se estaba convirtiendo en toda una odisea. Había llegado tras otro susto, los ya conocidos síntomas que me provoca la angina de pecho, y que me habían cortado de raíz el viajecito que estaba realizando. Quizá el verano en que los incendios forestales parecían seguirme allá a dónde iba, y, por si aquello fuera poco, al salir de allí siguieron tras mis pasos. Mejor que lo olvide...



Pero volver al hospital nunca ha sido plato de buen gusto, aunque alguna vez haya sido a vida o muerte y pueda contarlo. La estancia allí, una vez más, tenía sus historias...

Eramos tres mujeres en la habitación. Apenas había sitio para las camas, las mesillas, tres sillones y para de contar. De todos modos, cuando la señora de la otra esquina estaba despierta, las visitas se largaban porque, de verdad, no había quién la aguantase. Se había empeñado en que todas y cada una de las mujeres que veía estaban liadas con su marido, y no había quien le quitase la idea de su cabeza. Se pasaba el día mirando con cara de desconfianza y, a la mínima, ya saltaba con insultos y amenazas. Y, lo peor de todo, era que para ir al baño había que pasar por delante de ella.

Recuerdo el primer día en que estuve en esa habitación: no iba a irme a otro lugar, necesitaba pasar o sí, o sí, y lo hice intentando no llamar la atención. Nada, que la señora parecía estarlo esperando y, tan pronto me vió cruzar por delante de ella, se me quedó mirando de la cabeza a los pies, luego volvió la mirada arriba y, antes de darme tiempo de llegar a la puerta del baño, lo soltó:

- Je, ¡Claudia Schiffer!

Me dio la risa, pero me aguanté hasta estar dentro y con la puerta bien cerrada. Sabía que al salir la cosa no iba a ser tan suave.

- ¡Tú! Mira que si te veo al lado de mi marido ¡te mato! ¡te pego un tiro!

Ya estaba habituada a esas cosas y peores. A veces me quedaba a solas con ella cuando las visitas se hartaban y se iban. La señora de la cama del medio también solía irse a caminar por el pasillo, pero yo tenía que guardar reposo y no me dejaban salir. Entonces iba a mi bolso, agarraba el tetris y me ponía a jugar, en modo silencio. Si la otra estaba tranquila, todo bien. Una de las tardes la tomó conmigo y empezó la cantinela:

- ¡Te voy a pegar un tiro!. Ya sé que estás detrás de mi marido, pero ¡te voy a matar! ¡Traedme la escopeta...!

Y seguía, y seguía... y me harté, así que corrí la cortina y puse el tetris a todo volumen. Ella no se enteraba de qué era aquella musiquita y como ni me veía, ni yo le respondía, terminó por callarse la boca..., hasta que entró la enfermera y la tomó con ella.

Pasada la hora de la cena, hartas como estábamos de escucharla cuando estaba despierta (por la noche solían sedarla porque se la oía en toda la planta), no sabíamos si pedirle a las enfermeras que la sedasen también de día... En éstas llegó una con cara de mala leche y dejó la medicación. A mi la primera, porque era la primera según se entraba. Yo conocía lo que me estaban dando y había una pastilla roja que no coincidía con nada de lo que solían prescribir para mis lesiones, ni dentro, ni fuera del hospital. Como ya le había visto la cara a la enfermera, con cuidado le dije:

- Por favor, señorita, ¿podría revisar mi medicación? Es que esta pastilla roja no me suena de nada...

¡Cuándo se me ocurriría! Me soltó un micro-discurso aplastante que me dejó de piedra. Así que no volví a preguntar nada y aquella noche me tomé la dichosa pastilla roja junto con las demás. Al poco tiempo, la de la cama del fondo empezó con sus historias y cantinelas, con sus sospechas, amenazas y gritos. La de la cama del medio creo que no pudo dormir nada. Yo... dormí de un tirón, y hasta bien entrada la mañana no fui capaz de abrir siquiera un ojo, aunque me llegaban oleadas de lo que se estaba cociendo en la habitación. Cuando pude, le dije a la compañera de la cama del medio:

- No puedes dormir... Si quieres, llamo a la enfermera para que haga algo y la duerman de una vez...

- No te preocupes, no hace falta. Ya es la hora de prepararse para la visita médica.

En ese momento simplemente lo sospeché; luego, la doctora me confirmó que aquella pastilla roja no era para mí, y supimos que me habían dado el somnífero que tenían que haber dado a la de la cama del fondo... (a esa hora de la mañana, cuando había que despertarse, ella, por fin, se había quedado dormida).

41 comentarios:

  1. Hola amigos!

    Estoy muy contenta por vuestras visitas y comentarios y por la gran acogida que ha tenido "Sin dedal". Gracias a todos.

    También estoy muy contenta porque he podido volver a mis clases de baile de salón y reecontrame con mis compañeros y amigos en la academia. Quizá algún día escriba sobre lo bien que lo pasamos allí.

    Hoy publico "Claudia Schiffer " y os invito a leerlo...

    Biquiños!

    Carmen

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  2. Ja! mi querida "Carmen Schiffer"... ¡Qué compañera de cuarto te has echado...! Tamaña locura tenía la pobre ¿Pero qué culpa tenían ustedes? Al menos, Carmencita, es preferible tomarlo con humor y de ello escribir un magnífico relato -como lo has hecho- Te deseo, con todo el alma, que tus internaciones sean cada vez más esporádicas y que vayas mejorando día a día. ¡Qué bueno tus clases de baile! Sí, un día debes contarnos de qué se tratan y cómo lo pasan por allí. Te mando un beso ENORME y ánimooooooo, amiga!!!

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    1. ¡Hola Diana!
      Historias de hospital tengo a montones. Quise empezar por una relativamente "divertida", pero hay de todo. Y sí, ayer en baile lo pasé genial y hay varias anécdotas curiosas; es muy posible que me anime y cuente una de ellas muy pronto (me reí mucho, je)

      Biquiños!

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  3. Que peligro de mujer!!!

    Miedo da.

    Besos.

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    1. Lo bueno era que la señora, por alguna razón, no se podía mover sola de la cama o la silla. Sino... ¡otro gallo cantaría!

      Biquiños!

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  4. Vaya compañía tan encantadora, la mejor para un hospital.
    Menos mal que lo llevas con cierto humor.
    Besos, princesita.

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    1. ¡Qué remedio, Towanda! No queda otra en casos así.

      Biquiños!

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  5. Carmen,

    Ainda que com uma certa dificuldade de leitura, sempre me deleito com seus textos...!
    Continue partilhando as preciosidades que escreve.
    Um abraço do Brasil!

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    1. Muchas gracias, Moisés. Sé de la dificultad para entender el idioma, y por eso aprecio mucho tus visitas a mi blog.

      Biquiños!

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  6. Pobre marido, pobres vecinos, pobre sociedad.

    Te compadezco por la experiencia, Carmen.

    Un abrazo,

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    1. El marido llegó a hartarse y salir de la habitación. Después de un rato volvía y pedía disculpas, pero no podía hacer mucho más.

      Biquiños, Pedro!

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  7. ¡Qué pesada!¡Lástima hay que tenerle a su entorno familiar!¡Pobre marido! Para salir corriendo.

    Un abrazo Carmen

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    1. El amrido, la hija... todos salían de allí alguna vez, no solamente las visitas de las demás.

      Biquiños, Juan!

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  8. Hay personas que han de darles de comer aparte,parece mentira que este tipo de gente vayan por la vida de juez y verdugo y ademas sin saber lo que dicen...bueno supongo que es una cuestion de educacion o algun trauma de infancia...pero te aseguro que si eso me pasa a mi.......a esta la pongo firmes,,,,,pero del tiron.....que hostias....y lo de la pastilla roja,,es para que se lo piensen...vaya tela...que paciencia hay que tener...en fin carmen....un biquiño y buena semana.

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    1. Bird, para mi fue mucho peor lo de la pastilla que lo de la señora. Imagínate que me hubieran dado otra cosa y que estuviera contraindicada con la medicación que tomo y con las lesiones que tengo. No lo quiero ni pensar, por eso siempre soy bastante "pesada" cuando me dan medicinas en el hospital; no me fio.

      Biquiños!

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  9. Olá Carmen!!! Agradeço por sua última postagem que irei publicar no FEUDALISMO ATUAL,ok!!!

    Boa semana!!!

    Juliano

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    1. Gracias a tí por pasar por mi blog, Juliano.

      Biquiños!

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  10. que a una paciente que tiene que reposar necesariamente en su habitación por una dolencia cardiaca le pongan una compañía que le genere estrés es toda una ironía del destino. besos.

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    1. Y lo peor, Draco, es que a narices hay que acostumbrarse... A veces son las compañías, a veces el montón de visitas que se juntan... Lo peor, como decía antes, lo de la pastilla roja.

      Biquiños!

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  11. Bueno hay que reconocer que la señora te confunde con claudia schiffer, eso quiere decir que por lo menos esa señora tiene gusto, imaginate que te hubiera confundido con la sra.Merkel...jajajajaa

    un fuerte abrazo


    fus

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    1. Paco, lo raro en aquella señora sería que no se confundiera en algo. Ella misma parecía toda una confusión. Pero bueno, que me hizo gracia lo de "Claudia Schiffer", je; y más cuando una está en el hospital, en zapatillas, despeinada de estar en cama y con esos pijamas que de bonitos no tienen nada...

      Biquiños!

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  12. Eso ya no parece un cuarto de hospital... o sí, pero de hospital psiquiátrico.
    Un beso enorme.
    HD

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    1. Pues no sé, Humberto, nunca estuve en uno, no puedo decir si se parecía o no.

      Biquiños!

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  13. Querida Carmen: Agradezco muchísimo que te hayas dirigido a mí para comunicarme lo de nuestro querido y admirado amigo André.
    Desde que he leído tu mensaje, no he hecho otra cosa que intentar comunicárselo a los que creo son amigos y le quieren de verdad.
    Llevo ya como unos 22 correos, es un trabajo un poco lento ya que desconozco sus correos electrónicos.
    De todas formas, si te puedes comunicar con André, dile que todos le queremos y mucho, que es nuestro amigo del alma, que con él, y con sus escritos, hemos aprendido a conocer y valorar a las personas con el sentimiento, mirando al corazón.
    En mi nombre y en el de todos, quiero que le des un fuerte abrazo, de esos que van derechos al corazón.
    Otro de dejo para ti.
    Kasioles

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    1. Gracias a tí, Kasioles. He vuelto a hablar ayer con él y no descarto poder hacerlo de nuevo mañana. Los médicos ya han descartado algunas cosas, pero quieren hacerle más pruebas para estar seguros de su dolencia. Le he notado animado y con ganas de salir y empezar de nuevo a llevar la vida que estaba llevando. Ya le he contado que le estais dejando mensajes y se ha puesto muy contento. Si sé algo más, te lo comunicaré.

      Biquiños.

      Carmen

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  14. Respuestas
    1. Gracias Harry. Una buena semana, y fin de semana también para tí.

      Biquiños!

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  15. No sé si reír o llorar, si esa pastilla ha sido para otra cosa que te dañara, no quiero imaginar amiga.


    Cuídate mucho.

    Un beso.

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    1. Tienes razón, Linda Flor: esa era mi mayor preocupación, y más cuando supe lo que era aquella pastilla en realidad...

      Tú también cuidate mucho; yo ya lo hago.

      Biquiños!

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  16. Muchas gracias, María del Carmen.

    Biquiños!

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  17. Hola Carmen, he tenido el blog cerrado mucho tiempo, hace nada que le he abierto no formalmente y me he enterado de llo nuestro amigo André. Pues bien esta monja con 35 monjas más estamos orando por él desde Valencia, pues he regresado a mi comunidad.
    Os dejo mi ternura
    Sor.Cecilia

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    1. Hola Sor Cecilia. André ya está informado y le cuesta creerse la repercusión que ha tenido la noticia y la reacción de la gente. Yo creo que no tardará mucho en salir del hospital, aunque eso no signifique que no se tenga que seguir cuidando.
      He abierto una página especial en la que a partir de ahora iré informando sobre las novedades que pueda haber hasta que él mismo pueda responder a toda la gente. El link es:

      http://mensajeroblog.blogspot.com/

      ¡Biquiños!

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  18. Querida amiga Carmen: Hoy vuelvo a tu casa un poco más relajada y tranquila.
    Hasta he tenido tiempo de leer tu entrada. Pocas son las experiencias que tengo de los hospitales, pero las que recuerdo y me han marcado, son fatales.
    No puedo decir que todo se haga mal, muy al contrario, pero como todos somos humanos, también cometemos fallos. Siento mucho lo que te ha pasado y me alegro de que aquella pastilla roja, no haya tenido peores consecuencias.
    Mi intención es agradecerte tu segundo comentario, nos alegra saber que van descartando problemas.
    ¡Cuánto me gustaría hablar con André! Si él te lo permite, dime si su nombre es Andrés y si su apellido corresponde con Artabro, luego yo ya me encargaré de localizarlo. Puedes enviarme un correo a kasioles@hotmail.com.
    Agradezco muchísimos de que me tengas al tanto.
    Dale montones de abrazos de todas sus lectoras y muchos ánimos.
    Un abrazo muy especial os mando para los dos.
    Kasioles

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  19. Carmen, simplemente paso a agradecerte el aviso y las noticias sobre André.

    Un abrazo.

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    1. No hay de qué, Adriana. Pero al menos tu visita me ha servido para conocer tu blog.
      ¡Biquiños!

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  20. Querida Carmen: Agradezco muchísimo tu último comentario.
    Te darás cuenta que los amigos se han volcado con André, lo tiene merecido, se ha entregado a lo largo de cada semana con todos nosotros.
    A cada uno le dejaba un comentario de ánimo, si venía al caso, trata de ahondar en el corazón de la gente y por eso todos se han volcado.
    En mi blog, jamás he tenido tantos comentarios, todos me dan las gracias y me preguntan por él, me dicen que les mande sus buenos deseos y abrazos.
    Yo lo hago a través de ti, que puedes estar en contacto con él.
    Espero tu correo. Pediré para que mañana todo salga bien.
    Repito, muchísimas gracias y te dejo un fuerte abrazo.
    kasioles

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    1. Kasioles, ya hace un buen rato que te envié el email...

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  21. Tremendo, no sentirse bien y tener compañeras desagradebles. Igualmente me ha despertado un sonrisa tu relato y mucha molestia, que a pesar de consultar a la enfermera haya insitido. Un abrazo

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  22. inquietante "reposo" en hospital, hay mucha, demasiada gente fuera di quicio en las calles, es dificil responder ya actuar en modo cuerdo en algunas situaciones.
    me ha gustado la historia
    un saludo
    Blas

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    Respuestas
    1. Sí, Blas, muchas veces uno no sabe ya qué hacer ante determinadas situaciones.

      Biquiños!

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