28 nov 2011

Manos que tejen futuro


En la sala de espera de la consulta médica, Alba está atenta a todo lo que sucede. Pregunta a su mamá sobre lo que cree conveniente pero no molesta a su abuela, que no se encuentra bien y a quien la doctora no tarda en llamar.

24 nov 2011

Entre los dientes de Laika


Debí abandonarlo la primera vez que me forzó, en plena luna de miel. Él sabía que no me había sido nada fácil seguir adelante tras aquel episodio de mi infancia. Diga lo que diga el psicólogo, tiene que ser cierto que los traumas existen y la vida tras una violación nunca es sencilla, eso sí lo sé.

21 nov 2011

¡Música, maestra!

¡Clin, clan! ¡clin, clan! ¡clin, clan! ¡clin, clan!
Era feliz en el aula de música.

16 nov 2011

Tarde, como siempre

Harta de esperar a que hablase, a que hiciera algo para salvar nuestro matrimonio..., después de mil intentos vanos por mi parte, cuando pude obtener las pruebas de su engaño (uno de tantos, supe luego), indiqué a mi abogado que comenzase los trámites del divorcio. Él no se negó, todo lo contrario. El último día que estuvo en casa se dignó a hablar, por voluntad propia. “Por aquel entonces estaba decidido a separarme, pero no tuve valor, me sentía muy cómodo..., y cuando perdiste al bebé, no te lo voy a negar, me alegré mucho...” En ese momento salí de su lado y decidí no volver a hablarle.

11 nov 2011

Plantado

Todo le daba miedo. Viajar era muy peligroso, demasiados accidentes. Caminar por las calles era una una temeridad, con la tremenda inseguridad ciudadana. Asomarse a la ventana era sinónimo de dar paso a algún tipo de cáncer por culpa del sol o a una neumonía si le pillaba el frío. Hasta comer se había vuelto algo impensable ¡con la de productos químicos o manipulaciones genéticas que había tras cualquier alimento! Así que se plantó sobre sus raíces, no volvió a mover ni un pie. Un día, de sus cabellos-ramas comenzaron a nacerle hojas.

4 nov 2011

Una para todos


¡Siéntate! Le había dicho ella; se sentó y no movió ni un pelo (es que bien sabía lo que podía pasar si lo hacía...). Ella ahora estaba muy lejos (en el tiempo), mas tampoco así osó levantarse de la silla.

Algunas veces pensaba que aquello era injusto: una para tres (o tres para una, según se quisiera ver). Pero no había nada que pudieran hacer y los cuatro habían aceptado la situación sin rechistar. Al menos a él le tocaba de primero después de ella; los otros tenían que esperar rigurosamente su turno.

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