1 sept 2011

Predeterminado

Nunca había terminado nada.

Nació antes de tiempo, por cesárea; peligraba la vida de su madre y la suya propia, pero él ni siquiera se dignó a cumplir con su propio nacimiento. No terminó el embarazo ni el parto, provocado, “hay que intervenir”, dijeron los médicos y lo sacaron de allí adentro.



Su madre se quejaba de que nunca terminaba las comidas. Su padre le repetía que nunca terminaba sus tareas. Sus maestros le castigaban porque nunca estudiaba ni hacía sus deberes. No terminó sus estudios.

Quiso jugar con otros chicos al fútbol, pero nunca fué capaz de dar una patada al balón. Pensó en navegar por internet, pero no terminó de aprender a encender el ordenador de su hermano.

En los trabajos que le consiguieron (él nunca pudo terminar un proceso de selección, ni siquiera había sido capaz de cumplimentar un currículum), nunca llegó a finalizar los contratos: nunca terminaba las tareas asignadas y ni siquiera cumplía el horario acordado.

Su novia le dejó. En el momento de vivir la intimidad de ambos, él nunca terminaba ni de empezar.

Un día decidió que tenía que terminar con todo de una vez, y planeó lanzarse desde la ventana del quinto piso. No terminó de llegar al suelo: rebotó con el toldo de la frutería del bajo y de ahí sobre el contenedor de las sandías. En el hospital no terminaba de morir: “le queda un hilo de vida”, dijo el médico; pero ese hilo se alargaba y lo mandaron para casa con un equipo especial de aparatos para monitorizarlo, controlar sus constantes y ayudarle a respirar. Pasaba el tiempo y no terminaba su vida. Su familia ya estaba acostumbrada y atenderle se convirtió en una rutina que poco a poco iban relajando, le conocían bien y sabían que no terminaría de morir por sí solo.

Su hermana se asustó, empezó a chillar y se subió a la mesa del salón la tarde en que vio salir un pequeño ratón por la puerta del cuarto en que él estaba. Su padre lo espantó con una escoba y siguieron sus rutinas. Nadie se fijó en el manguito roído de la bomba de oxígeno cuando fueron a llevarle la medicación y se lo encontraron muerto; eso sí: no había terminado ni de cerrar los ojos.

18 comentarios:

  1. Estimados lectores y amigos:

    Sorprendida ante la aceptación de "La venganza", quiero agradecer todas las visitas y comentarios. No sé si la actuación de la gaviota se podría considerar la más adecuada pero ¿quién puede juzgarla? Gracias de nuevo a todos.

    Poco a poco voy descubriendo nuevos blogs y espacios interesantes, sin embargo no me olvido de los vuestros y, también poco a poco, os voy visitando. De verdad que no me olvido. "Predeterminado", el nuevo post en Meiga Noite de Lúa, ha nacido de las lecturas y estilos que estoy conociendo; a veces, al releerlo, me pregunto si realmente este escrito es mío. No es que lo dude, es que lo siento como un experimento forjado en mi mente pero que no sigue los modelos "predeterminados" que hasta ahora solía usar (probar cosas nuevas es bueno, no me voy a quejar de ello). Quizá algún lector me comente "¡oye, si eso podía haberlo escrito yo!". Os invito a leerlo.

    Biquiños.

    Carmen.

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  2. y al final, toda la familia reunida dio tres hurras al ratón que los sacó de aquel tormento, jajajaja. ¡sí que ha estado bueno! un beso.

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  3. Yo me pregunto... ¿y tú has terminado de contar esta historia?
    Hay algo filosófico muy interesante en tu texto, algo que tiene que ver con la incompletud, con el casi-lo-logré-si-no-hubiera-sido-por, que es la esencia del ser para muchas filosofías: Un devenir constante. Llevarlo a un texto fue un magnífico movimiento, un texto que se perfila como uno de los mejores que leí de tu mano... en todos los blogs que has tenido.
    Será que me identifico con el estilo... esas cosas.
    Besos enormes.
    HD

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  4. Un remate original.
    http://enfugayremolino.blogspot.com/

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  5. un texto mui interessante de leer..te felicito amiga

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  6. La mediocridad en su exponente máximo. Hay muchos clones del protagonista en la vida real; esta mediocracia que vitorea la cosmopolita y elegante medianía.
    Un abrazo.

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  7. Pobre sujeto, eso sí que es el culmen de la frustración: ¡no poder terminar nada!
    Bien por tu cuento, Carmen, se me ocurre kafkiano.
    Me has hecho recordar un cuento de Julio Ramón Ribeyro, llamado "La vida gris", este tipo también tenía un problema que no podía cambiar: era absolutamente insignificante, mediocre, nunca descollaba ni negativamente ni positivamente, le era absolutamente imposible llamar la atención de nadie. ¡Pobre!

    Un placer la lectura de tu cuento, bien contado y con mucho para interpretar.

    Un beso

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  8. Cruel espejo de muchas -demasiadas- vidas actuales. Personas dependientes
    de todo, del mal sistema que no les permite hacer nada, de sus padres que para eso les trajeron al mundo, dependientes escondidos tras otros dependientes para así justificar su nulo interés y menos gana de hacer absolutamente nada.
    Para reflexionar.
    Un abrazo Carmen

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  9. Cuanta ironía rebosa el relato.

    PERO ES QUE HAY DE VERDAD DESGRACIADOS COMO ESTE-

    Voy a repasar y terminar lo que estoy haciendo. Vaya rela....

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  10. Entre medias tintas, el tipo que no se decide. Esto tiene algo de parecido con la realidad de muchos? Ya lo creo. A veces a la gente hay que darle un empujón grande para que se decida a vivir. En este caso el ratón metió la cola.

    Un besote enorme!

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  11. como siempre dulce amiga nos envuelves los sentidos con la magia y la belleza de tus letras, muchos besinos de esta amiga admiradora que te desea con cariño feliz viernes princesa.

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  12. ¡Genial, Carmen! Un tema tratado con ironía. Al comenzar a leer debo reconocer que sonreí al identificar al protagonista con alguien que conozco e imaginé la similitud de sus actitudes, pero inmediatamente se me borró la sonrisa al reflexionar que es una patología que produce permanentes frustaciones, tanto para quien la padece y conoce su impedimento de concluir cualquier cosa que emprenda, como para quienes lo rodean y sufren al verlo sucumbir ante las mismas trabas una y otra vez.
    Ahora, dejando de lado la seriedad del caso y abocándome al relato, ¡Bravo por el ratón justiciero!

    MUY bueno, Carmen, felicitaciones!!!

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  13. Después de este Agosto vacacional vuelvo no solo a la rutina diaria sino también a la blogosfera, Carmen increible este relato durillo pero creamos o no muchas veces bien real, me quedé con ganas de saber la reacción familiar al encontrarse con el chico muerto y con los ojos abiertos.. a veces se pierde la esperanza y las ganas en todas las almas..

    Un beso grande Carmen

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  14. No puedo decir mas que ¡chapeau!.Una historia de toda una vida contada magistralmente en un folio.
    Enhorabuena

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  15. No imagino como alguien podría vivir de esa forma, creo que hay quienes no solo no terminan las cosas, sino quienes ni siquiera las empiezan, de acuerdo con el comentario de nuestro querido Julio.

    Un abrazo

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  16. Bravo Carmen, escribes muy bien.
    Abrazos Marga con cariño.
    www.margaseoane.blogspot.com

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  17. Hola Carmen! muy buena historia! pensar que hay mucha gente así, a medida que avanzaba el relato pensaba en que seguramente no terminaba en ninguna cosa que hacía, me lo confirmó su novia cuando lo dejó ja!
    Te felicito.
    Un abrazo.

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  18. Precisamente hoy en el examen de inglés me preguntaba el porqué nunca termino lo que empiezo. No encuentro motivo, después de leerte debo reflexionar la respuesta.



    Un beso.

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