9 ago 2011

Un vaso de agua al sol

Llega un poco de claridad a mis pupilas, es lo único que creo poder mover. Como si estuvieran a cientos de metros les oigo gritar, a mi madre, mi nombre, ay a los demás, a los que oigo; debe haber más. Sí, porque al final yo conseguí salvarlas, tienen que estar ahí, las muñecas, y mi hermana, pero a mi no me dió tiempo.
Siempre tuve buen oído y algo se coló por él; estaban detrás de mi, aún las recuerdo moverse, y nosotras jugando en el suelo; le grité ¡Aurora, sal de ahí! Y empujé las muñecas hacia ella y me empujé yo, pero parece que no lo logré, salir, porque las tengo encima, las dos enormes placas de uralita que estaban arrimadas a la pared, junto a la lavadora; no todas las señoras podían tener lavadora, era algo muy caro, pero mi mamá sí pudo tener una, la necesitaba para el negocio, dormíamos todos en un solo cuarto, y a veces yo veía  las cucarachas, y oía el crash cuando álguien pisaba una, eso me dejaba más tranquila; mi papá tenía un coche, no todos los señores podían tener uno. Mi papá, lo vi, la primera cara que vi cuando entre todos las levantaron, las placas de uralita que se habían caído sobre mi espalda, sobre mí. Puedo verles, aunque los sigo oyendo muy lejos, como si no estuvieran aquí. Quiero irme a dormir, estoy muy cansada; me sientan en una silla, me traen un vaso de agua y me lo llevan a los labios, pero no tengo sed; quiero irme a mi cama, quiero dormir. Sigo sentada, siguen algunos aquí, otros se fueron. Mi mamá dice que puedo ir al colegio, yo quiero ir a dormir ¿por qué no me oyen?; creo que ya sé, que no puedo decirlo, que solamente lo estoy pensando, que no lo puedo hablar. Mi hermana trae las carteras, ya tiene puesto el uniforme, igual que yo, es la hora de salir; hoy nos lleva mamá, caminando, como siempre, vamos las tres, pero van más, como todos los días, van otras chicas y algunos niños chicos, todos juntos, unos delante, otros detrás. Quiero dormir, sigo caminando por la acera de la mano de mamá, Aurora va de la otra mano, de la mía no, yo llevo mi cartera. Quiero dormir. Me pesa el cuerpo, me pesan mis siete años, me pesan las placas de uralita, me pesan los párpados pero no se me caen; la cartera sí, el cuerpo sí, un líquido me pesa y se escapa entre mis piernas, pero ya no me pesa nada y ya no lo siento. Me levanto y subo y dejo todo allí, mis ojos abiertos, la cartera, mi mamá gritando, mi hermana, cada vez más lejos, más arriba, mi cuerpo en el suelo... No pueden oirme, no puedo decirlo, solamente lo estoy pensando, no lo puedo hablar. Quiero irme a dormir, o no, hay cosas que ya no siento. Ya no me veo allá abajo. Siempre tuve buen oído, las oigo, ahora las confundo, ahora me confundo con la luz.

13 comentarios:

  1. Hola amig@s.

    Después de "El Bar Azul", y fuera de él, existía y existe un mundo demasiado grande como para que el Pelado pudiera saberlo todo; pero ese mundo no era más grande que su inmenso corazón y su bondad. Cada uno de los post que le dedique serán parte de un pequeño homenaje al que fué un gran hombre, anónimo quizá, como somos la mayoría, pero que no pasó desapercibido para aquellos que llegamos a conocerle. Gracias a tod@s quienes habeis leído y comentado en esa pequeña historia. D.E.P., José: ya ves que no te olvidamos.


    Hoy en Meiga Noite de Lúa un nuevo escrito "Un vaso de agua al sol". Estais invitados a contemplar los sucesos que han dado lugar a esas palabras.


    Recibid un fuerte abrazo.


    Biquiños.



    Carmen.

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  2. Ha de ser extraordinario ese "minuto final" en la vida; ¿qué realmente ocurrirá en la mente? Quién sabe.
    He disfrutado tu relato.
    Un abrazo.

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  3. Un relato un poco aterrador me lo ha parecido.


    Un beso.

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  4. a veces ocurren así las cosas cuando uno está tan extremadamente agotado tanto física como mentalmente, que nada de lo que ocurre a nuestro alrededor tiene sentido. un beso.

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  5. Maravilloso, extraordinario relato -no es por cumplir- sobre la dilatación de la conciencia en los instantes previos a la muerte, lleno de notables hallazgos entre poéticos y realistas, como el de la lavadora, las cucas, el ruido, las muñecas, me encantó que vaya de abajo arriba, ahora me confundo con la luz, no se puede terminar mejor. Bravo, Carmen.

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  6. Un relato perturbador, sin dudas, que bien puede representar ese momento de duermevela que parece una prisión del alma, o los instantes previos (o contemporáneos) de la muerte.
    Muy bien llevado.
    Besos.
    HD

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  7. Qué gran relato, la verdad es que eso nos recuerda una vez más como en un instante se nos pueder ir la vida que en realidad no nos damos cuenta, lo disfruté mucho.

    Un beso :)

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  8. Cómo separar un sueño, la imaginacion o la realidad??..cómo?



    PD. internet nos acerca a escritores como tú...eso me mola

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  9. ¡Excelente relato, Carmen! Maravillosa manera de narrarlo, entretejiendo imágenes a través de los sentidos. Nos has hecho partícipes de ese instante, hemos pasado por todos sus estadíos hasta terminar confundidos entre la luz. Brillante!!! Felicitaciones y un beso grande !!!

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  10. Me ha atrapado tu relato y la verdad que esos párrafos finales, los sentí en paz, será tus palabras que lo a acompañado tan bien.

    Un abrazo grande!

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  11. Gracias a tod@s por vuestras palabras. Para mi es una gran satisfacción que estos pequeños escritos os gusten y que podais disfrutar de ellos como yo lo hago al escribirlos.

    Biquiños.

    Carmen.

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  12. El relato es muy convincente.
    Parece como si realmente lo hubieses vivido.

    O si

    Muy bueno Carmen

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  13. En todos mis escritos hay algo de realidad; en unos más, en otros menos. En éste hay mucho más de lo que pudiera parecer Manolo...

    Biquiños...

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