Ya era tarde, demasiado tarde.
"Un sueño", pensó, mientras a su mente llegaban imágenes difusas envueltas en olor a incienso. Se vió a sí mismo acurrucado tras la pila bautismal. Delante de sus ojos una luz se filtraba en medio de las figuras humanas vestidas de blanco y allá, ante el altar, aquella escena increíble de la cual no podía apartar la mirada. Quiso acercarse para ver mejor, "no, no es la pila, es..."; fue entonces cuando reconoció el lugar, tropezó, todo se volvió oscuro. "Otra pesadilla", se dijo, hasta el momento en que llevó su mano a su propia cabeza, le dolía. El suelo y sus ropas aparecieron teñidos de sangre, su propia sangre.